Una parte de los problemas de muchos países
del mundo son fruto de la colonización y posterior descolonización. En la
actualidad los países más desarrollados siguen explotando y lastrando el
desarrollo de aquellas antiguas colonias.
Por lejanía, y por desconocimiento histórico,
lo sucedido en Indochina es ignorado por muchos. El territorio así denominado,
Indochina, comprendía los actuales países de Camboya, Vietnam, Laos, Birmania y
Tailandia. Como referencia decir que los franceses ocuparon esta zona desde
mediados del siglo XIX. Durante la II Guerra Mundial Indochina fue ocupada por
los japoneses, al finalizar el conflicto mundial los franceses volvieron a
explotar la región. Pero las cosas habían cambiado por la presencia del Viet
Minh, integrado por nacionalistas y comunistas lucharon contra los japoneses y
luego contra el poder colonial de los franceses. Su máximo dirigente era Hô Chí
Minh.
Permítanme unos apuntes más.
En 1954 los franceses sufrieron una
descomunal derrota en la batalla de Dien Bien Phu. El general Giáp, del Viet
Minh, vapuleó al general francés Henri Navarre. A partir de ese momento los
franceses abandonan el país que es dividido en dos: Vietnam del Norte y Vietnam
del Sur. Los comunistas controlaban el norte y EEUU, que había apoyado a
Francia, se involucra en la zona y empezará a enviar tropas a Vietnam del Sur y
ahí comenzó una guerra más conocida, aunque sea por medio del cine, y que
supuso una sangría de vidas para los vietnamitas pero también a los
estadounidenses, que se vieron obligados a retirarse. La guerra de Vietnam
finalizó el 30 de abril de 1975.
Sirva esta introducción a Una salida
honrosa, novela de Éric Vuillard traducida por Juan Manuel Salmerón Arjona.
El autor se centra en las motivaciones y
causas de esa guerra colonial en la que se vieron involucrados los franceses,
que no son otras que las económicas.
Vuillard, con una prosa nada alambicada,
directa, nos va adentrado en las verdaderas razones del conflicto armado.
Personas y acontecimientos muy concretos nos va adentrando en ese mundo de la
alta política que es la de las grandes empresas y nos va desvelando como las
motivaciones de esa guerra colonial no fue otra que la avaricia.
Ministros, grandes empresarios, altos mandos
militares, son desenmascarados y lo que muestran es un rostro mezquino, sin un
ápice de empatía o humanidad.
El general Navarre queda como un absoluto
inepto, lo cual no es una opinión del autor ya que los hechos demostraron que
lo era, desgraciadamente su incapacidad supuso la muerte de miles de soldados
franceses.
El general De Lattre, al que sustituyó
Navarre, era partidario de utilizar napalm para acabar con los vietnamitas. Las
bombas de napalm, que no es otra cosa que gasolina gelatinosa fue usada
profusamente en esa guerra y otras posteriores.
Aunque para soluciones drásticas para acabar
la guerra en Vietnam la propuesta por el secretario de Estado estadounidense
John Foster Dulles y el entonces vicepresidente Richard Nixon, que no era otra
que lanzar dos bombas atómicas, barbaridad a la que se opuso el presidente
Eisenhower.
El
apellido Dulles volverá a aparecer en Una salida honrosa, de manera
sucinta pero demoledora, en algunas actuaciones político-empresariales
estadounidenses en Irán donde hicieron caer al primer ministro Mossadeq o al
presidente de Guatemala Jacobo Árbenz Guzmán. Ese mismo personaje, Dulles, en
1961 interfiere en la República del Congo y se le responsabiliza de la
«desaparición» de Patrice Lumumba.
La explotación esclavista de los trabajadores
vietnamitas del caucho sirve de ejemplo en la novela para contemplar la
actuación empresarial francesa en la colonia, que además contaba con la
aquiescencia del gobierno francés.
Lo sé, no estoy hablando de Una salida
honrosa, pero de esto se habla en el libro y de otras cosas más. La novela
me ha servido para realizar breves lecturas de carácter histórico, con el fin
de refresccar mi memoria, sobre esa etapa colonial francesa en Indochina.
Permítanme que les lea el último párrafo de
la novela: «¡Qué atmósfera de fin de mundo, qué confusión! En la esperanza
absurda de una salida honrosa, se habrán necesitado treinta años y
millones de muertos, ¡para que todo termine así! Treinta años para salir así
del escenario. Quizás habría sido mejor la deshonra». No tiene desperdicio la
nota final: «Por parte de Francia y Estados Unidos, hubo un total de
cuatrocientos mil muertos, contando las tropas coloniales e indochinas que
formaban el grueso del ejército francés. Por parte vietnamita, la guerra causó
al menos tres millones seiscientos mil muertos. Diez veces más. Tantos como
franceses y alemanes durante la Primera Guerra Mundial».
Son 175 páginas amenas en su lectura,
cargadas de verdad sin estridencias, sin muertos o casi, pero que caen como una
losa sobre el lector, como siempre hacen las verdades.
Comentario para Cadena Ser Occidente 22 de marzo de 2023
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