3 ago 2009

Escuchando tu nostálgica canción

Tras más de doce horas, millones de luces nos reciben. Uno mira a su derecha y los puntos amarillos son más que estrellas hay en el cielo, pero si miras a la izquierda, por lo menos hay otras tantas, sino más. Y es que Buenos Aires desde el aire y de noche impresiona. Cuando se contempla de día, y ya a pie de calle, la impresión de la noche se hace realidad. Sin duda, es una de las grandes ciudades del mundo.

La tregua dada por el mundo rural a Cristina Kistner ha vuelto a llenar la ciudad de enormes camiones. Y es que en Buenos Aires todo es grande, enorme. Las calles se pierden en la distancia y ni siquiera se atisba en el horizonte su fin. Alrededor de uno solo se ven gente y más gente y como en toda gran ciudad que se precie de tal, la variedad étnica es importante.

Y taxis, a miles. Su techo amarillo se ve continuamente. En competencia con ellos, los remis, ese sistema de transporte particular tan peculiar de la ciudad bonaerense. La diferencia entre unos y otros, además del color, es que los taxis los puedes para en la vía pública y los remis no, los tienes que coger en la agencia o pedir por teléfono.
La sensación que uno percibe es que la ciudad se encuentra en un atasco permanente. Uno podía pensar que los pitidos son la música de las calles, pues no. Curiosamente no hay escándalo de claxones, no se sabe si por resignación o porque no serviría de nada.


Ir y venir. La gente no se para nunca. No se sabe si tienen un destino concreto, pero las riadas humanas se suceden unas a otras.
A poco que algún porteño escuche nuestro acento, no tardará en entablar conversación. La pregunta obligada es: ¿de qué parte de España son ustedes? A la respuesta de Asturias, todos parecen saber donde está. Tampoco es extraño que el interlocutor te muestre una insignia y te des cuenta de que es gallego o asturiano. Bueno, al fin y al cabo hasta los extremeños son gallegos por acá.

Y sí en la capital te acercas al restaurante El Establo y preguntas por el dueño, allí aparece “Casín”, José Manuel Alonso, de Caso, que aparte de ofrecerte una magnífica comida te colmará con su amabilidad. Si además uno tiene suerte y allí se encuentra otro asturiano y también empresario, José Antonio Zapico, entonces la cosa puede ponerse seria.
Uno se siente muy a gusto entre ellos y llegas a comprender el profundo amor que sienten por Asturias y España. En palabras de José Antonio “el peor partido político de España es el mejor del mundo”. Y es que para ellos la democracia española no tiene igual. No importa lo que tú digas, ellos insisten: “no sabéis lo que tenéis y ya podéis cuidarlo”.
Estos asturianos comparten una pasión muy argentina: la política. Al poco tiempo nos están explicando la reciente huelga, ahora en tregua, y sin duda aportan también las soluciones. Su concepción del país está basada en su riqueza agraria.


Uno anda por estas tierras acompañando al Alcalde de Tineo, Marcelino Marcos y a Juan Fernández Pereiro, Alcalde de Valdés y Presidente de la FAC.
Ya han pasado las elecciones y ahora quieren demostrar a los emigrantes que no se olvidan de ellos. Por aquí hay muchos votos, pero sobre todo hay muchos compatriotas que no quieren que nos olvidemos de ellos. No nos podemos permitir ese lujo.
Ambos alcaldes iniciaron su periplo con una visita a la sede del PSOE en Buenos Aires. Allí nos recibió Mª Ángeles Ruisanchez, de Ribadesella, y Secretaria General del PSOE en Buenos Aires.
Primer contacto y primeras emociones. Tras las felicitaciones de ambos alcaldes por la labor realizada en la última campaña electoral y, sobre todo, por los resultados obtenidos, comienzan las preguntas, las valoraciones. Saben todo de España. Siguen todos los acontecimientos, los de su tierra chica y los España. Ellos son socialistas españoles que viven en Argentina. Quieren mucho a este país, pero España es su casa. Todos los pregonan. Nos lo dicen una y otra vez. Mª Ángeles en su intervención dijo algo que nos dolió: “tenemos miedo a que no se nos considere españoles”. Pero alguien puede dudar de su españolidad. Que se den una vuelta por aquí y verán lo que es el amor y la añoranza por su tierra.

Siguen las confesiones, los temores, los reproches cariñosos: hay que cuidar a los emigrantes que están llegando a España. Directos, claros, saben de lo que hablan mejor que nadie y por eso dicen que “la inmigración no quita espacio a nadie”.
Los alcaldes asienten. Les toca a estos ediles ser el correo de transmisión de cual es la situación de los emigrantes españoles en Buenos Aires. Hay que ir preparando esas políticas de desarrollo internacional que se supone van a contribuir a mejorar las cosas. Palabras bonitas y necesarias, pero ellos están aquí. Estuvimos con ellos. Son socialistas de Asturias, Galicia, Euskadi, de..., nos corrigen “somos socialistas españoles”.
Y nos despedimos escuchando una nostálgica canción de amor a España.

* “escuchando tu nostálgica canción”, verso de La canción de Buenos Aires. Letra de Manuel Romero. Música de Azucena Maizani y Oreste Cúfaro. Tango de 1932 y que cantó Gardel.

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