3 ago 2009

Todos creíamos (Escrito la misma mañana del 11 de marzo de 2004)



Todos creíamos que ya no nos podían hacer llorar más. Pensábamos que habían llegado al límite de crueldad, pero no, desgraciadamente no ha sido así. Nuestros corazones tenían una herida por cada una de las personas asesinadas, hoy sangra por todos esos ciudadanos a los que les han quitado la vida de la forma más infame e ignominiosa. Pero este dolor que sentimos por estos muertos, que son algo nuestro, y por sus familiares, no nos impedirán reafirmar nuestras convicciones democráticas. Nuestra enorme pena no nos cegará como a esos desalmados asesinos y los combatiremos con toda la fuerza y el rigor democrático. Con la contundencia que marcan las leyes y con la persecución policial hasta la extenuación, los pondremos en el sitio que se merecen, la cárcel.
Que nadie se equivoque, los terroristas asesinan y según las leyes de este país, a los asesinos se les persigue, detiene, juzga y se les encierra. No hay más. Sencillamente son asesinos.

El domingo haremos otra demostración de que somos más, de que la razón está de nuestra parte y llevaremos a la práctica una de las esencias de la democracia que es ir a votar. Nuestro voto del domingo será de reafirmación democrática y a pesar del dolor lo vamos a hacer porque unos pocos asesinos no van a cambiar un ápice nuestros pensamientos más profundos. Somos una democracia joven pero fuerte. La solidadridad entre los españoles, nuestros deseos democráticos, son más fuertes que las pistolas y bombas. Ellos son pocos y miserables.

Como seres humanos no somos capaces a entender esta barbarie. Ninguna idea justifica en España el derramamiento de un sola gota de sangre. La Constitución que hace unos meses homenajeabamos en su veinticinco aniversario da cabida a cualquier idea. Esa misma constitución y el esfuerzo de todos los españoles han hecho de nosotros un modelo para otros. Tenemos el estado más descentralizado del mundo y que es plenamente aceptado por una mayoría de los ciudadanos de este país. Nadie por la fuerza va a hacernos cambiar. Esos asesinos no van a imponernos nada. Hoy más que nunca defendemos nuestra Constitución, nuestro modelo de estado y nuestra ideología democrática. Los derechos humanos están por encima de cualquier idea. Cuando estos han sido pisoteados de manera tan despiadada solo se pueden hacer dos cosas: en primer lugar, llorar y luego mantener la voluntad democrática.

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