28 ene 2014

La deslocalización o el arte empresarial de esquilmar


Comentario para Cangas del Narcea en la Onda, de Onda Cero Radio (28/01/2014)

La última espantada ha sido la protagonizada por Coca-Cola. Perdón, hablaré con propiedad, la última deslocalización.

Qué más dará como lo diga, el caso es que otra empresa afincada en Asturias nos ha dejado y con su cierre un buen número de personas pierden su trabajo. Al tiempo, ellos y sus familias caen en el desasosiego.
El fenómeno no es nuevo, pero ahora es más sangrante.

Según dicen los entendidos en la materia, las primeras deslocalizaciones coincidieron con la creación del Mercado Único Europeo. En ese momento las empresas multinacionales se reubicaron en el nuevo mercado, concentrando producciones y especializando más a las filiales de cada país.

La ampliación de la Unión Europea, con países del este, contribuyó a otro momento de deslocalización, que en el caso de España se vio acompañado de un proceso de desinversión.

Resumiendo, desde la década del 90 hasta el 2004, aproximadamente, se produjo una continua deslocalización empresarial.

El tiempo pasa y ya no recordamos que Gillete se fue de Alcalá de Guadaira (Sevilla) en 1994 o que Samsung dejó Barcelona en 2004. ¿Nos olvidamos ya de Suzuki y de su planta de Gijón?
Sirvan estas de ejemplo, pero fueron muchas más las que se desplazaron buscando más beneficios en otros países.

Ya sabemos que la localización empresarial se reduce a asentarse en un territorio, explotar los recursos tanto humanos, como fiscales o de ayudas económicas directas y cuando descubren otro lugar donde logran más beneficios pues allí se van.
Así de fácil. De esto se trata. Las empresas van donde obtienen más. Los empresarios se rigen por ese criterio. Nada de ñoñerías. Nada de pensar en los trabajadores y sus familias.

¿Entonces, ahora es más de lo mismo? Pues sí, solo que Rajoy y el PP se lo han puesto mucho más fácil.
Hoy las empresas cierran o se trasladan al amparo de la legislación ideada por el gobierno popular. Repito que la deslocalización no es nueva, pero este gobierno con sus medidas la han fomentado aún más.

Da igual que digan o dejen de decir, la reforma laboral ha sido demoledora para los trabajadores y fomentó los despidos. Los pocos puestos de trabajo que se han creado tienen unas condiciones penosas.
Y no exagero. Solo hay que ver anuncios de ofertas de trabajo que tienen períodos de prueba de dos meses sin cobrar. Trabajos sin prestaciones sociales. Jornadas interminables. Etc. etc.

Hace unos días, el periódico El Comercio hacia recuento en un artículo de empresas asturianas con solera que han desaparecido. Chupa-Chups, Lagisa, La Herminia, Águila Negra, Bohemia Española, San Claudio, Ike, Famila, Conservas Albo. Muchos las recordamos.

Podríamos hablar del Banco Herrero, Cajastur, Hidroeléctrica del Cantábrico, ENSIDESA, ALSA, todas ellas fueron de capital asturiano, hoy ya no sabemos de quien son. Central Lechera Asturiana aguanta los envites y sigue en manos de los socios ¿Por cuánto tiempo?

Deslocalización, ventas de empresas sólidas a multinacionales, salidas a bolsa, eso es el mercado. Un mercado que se ha vuelto más voraz y más cruel debido a la debilidad de los gobiernos.

El empleo y la riqueza han de basarse principalmente en nuestros recursos, los propios, en el capital humano y el tecnológico. El dejarlo en manos de multinacionales es lo de siempre: pan para hoy, hambre para mañana.


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