La
melancolía invade los cuerpos. Los días, cortos, se tornan grises. La luz se
aleja y la sonrisa muda a áspera.
La
astenia sustituye al síndrome posvacacional.
Los
arranques repentinos de viento van deshojando los árboles. El marrón, el ocre, el amarillo, el violeta o el rojo
inundan nuestra retina. Una retina que aún retiene las luces del alba.
Los
sentimientos son más sentidos.
Introspección.
Añoranzas. Nostalgias.
Imágenes
casi olvidadas retornan y una lágrima asoma.
Las
costillas presionan ¿o es el corazón quien las empuja?
Pasamos
del calor al frío ¿o son escalofríos? ¿Escalofríos del tiempo pasado o del que
nos queda?
Es
tiempo de melancolía.
Los
muertos nos acompañan en este tránsito hacia el invierno.
Si
sientes, piensas. Si piensas, duele. Que el dolor se pierda entre las hojas de
los árboles y como estas, caiga.
Qué
una tromba de agua arrastre sin misericordia la hojarasca y con ella los
muertos. Qué cada gota se lleve una de nuestras miserias.
No
cerremos los ojos. Miremos la belleza de esos árboles que hoy se están quedando
desnudos. No están tristes. No tienen necesidad. No lo sienten. Son árboles. No
añoran la primavera. Ya llegará.
Nostalgia,
melancolía.
Una
sonrisa.
Tiempo de melancolía by M. Santiago Pérez Fernández is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License.
No hay comentarios:
Publicar un comentario