11 ene 2016

Decepción e incomprensión

Mi decepción no es cosa reciente, lo de la incomprensión sí.

Hasta no hace mucho era capaz de entender lo que estaba pasando, desde hace una temporada, ni de coña. Y me refiero a la política de este país.

La anterior legislatura fue un desmadre total. El PP campó a sus anchas, la oposición no estuvo y los llamados emergentes estuvieron emergiendo. Aunque no les puedo negar a Podemos y Ciudadanos el meneo que les pegaron a los del bipartidismo, la cosa pública no ha mejorado. ¡Qué mejora ni qué leches! Esto ha ido de mal en peor o me lo parece.

Los resultados electorales, a tenor de lo escuchado, bien para todos. ¡Y un jamón!

Los análisis fueron penosos, al menos los que hicieron en público. Ya sabemos que el PP ganó y el PSOE obtuvo un resultado histórico. ¡Biennnn! Podemos se quedó a las puertas de ser la segunda fuerza política – aunque en ocasiones se les olvida -  y Ciudadanos, pues no sé qué decir… ¿lo siento? ¿pobrecitos?

Estos últimos, los llamados emergentes – ¿emergen de dónde? otro palabro tonto – deberían darse con un canto en los dientes, pero no, querían más, mucho más. Me parece que no entendieron bien al electorado. No es fácil modificar el voto. Comprobado quedó.

Los líos que han montado, todos,  no los saben explicar ni ellos.

Lo del PP es fácil: ganaron, perdiendo 63 diputados con respecto a las elecciones de 2011. Están satisfechos. Los recortes sociales, económicos, la corrupción que alberga el partido, nada fue suficiente para hacerles perder. ¡Cómo para no estar encantados con ellos mismos!

El partido de centro izquierda moderado, vamos el PSOE…Un momento, un momento, que nadie me muerda. Así lo ha definido más de un dirigente de ese partido. Sigo. Lo del PSOE fue un varapalo. En 2011 obtuvieron el peor resultado de su historia, 110 diputados, el pasado 20 de diciembre  90. ¿A esto cómo lo llamamos?

Desde el 21 de diciembre llevó escuchando, hasta la saciedad, el compromiso que tiene Pedro Sánchez en la formación del nuevo gobierno, el de Rajoy, claro. Le están acogotando para que apoye ese gobierno de derecha e incluso que forme coalición. Él, y sus más cercanos, en vez de estar calladinos no se contuvieron y empezaron a hablar de formar alternativas de gobierno, líneas rojas y similares.

Como eso les parecía poco, sacaron los temas internos a relucir: congreso antes o después, si Sánchez repite o no como secretario general, quién decide los acuerdos con otros partidos… Eso sí, todos cargaron contra Podemos y a Sánchez se le olvidó aquello de que si perdía ante Rajoy lo consideraría “un fracaso”. Oigan, que sí lo dijo.

Perdón, perdón. No he mencionado a IU. Ya estoy haciendo lo que la mayoría de los medios de comunicación: ningunearlos.

Hemos comprobado, una vez más, que los votos no valen lo mismo en toda España. Los más perjudicados fueron los de  IU. Eso necesita un arreglo.
Hombre, Alberto Garzón – que me cae bastante bien – obtuvo unos resultados penosos y eso en otros lugares tendría consecuencias políticas. Bueno, parece que alguna sí que tuvo: están hablando de refundación o algo parecido. Pues eso, pues vale.

Lo de Podemos es complicado de entender, de que lo entienda yo. Quedaron los terceros y en ocasiones me pareció que parecía que querían que pareciera que ellos habían ganado. Pues no. Obtuvieron unos resultados muy buenos y les supo a poco.

No están en posición de hacer doblar el espinazo a nadie. Pueden poner las condiciones que consideren oportunas pero los demás también. No hay verdades absolutas. Los resultados electorales ahí los tienen.

Ahora su papel, el de Podemos, es fastidiado. No son solo Podemos, son además En Comú Podem, Compromís-Podemos y En Marea. El peso nacionalista e independentista está representado en esas fuerzas, en esos diputados. De ahí algunas de sus propuestas, que ya eran sabidas antes de las elecciones. Nada nuevo entonces.

PNV y Convergencia siguen. Alto, Convergencia no, ahora es Democracia y Libertad. ¡Ayyyyy! (sic) que joderse.

Ciudadanos no se acerca ni por aproximación a sus expectativas. Les fue muy bien. Otros que querían más, bastante más, tanto que se vieron hasta con la presidencia. Pues no. Ahora les queda ir de la mano del PP.

Como los ciudadanos somos insaciables también queríamos un poco más. Pues ahí tenemos el follón de Cataluña.

Esto, dicho en plata, es para mear y no echar gota.

Las mentiras de los independentistas han sido descomunales. Han retorcido la Historia hasta dejarla como un guiñapo.
Lo de Convergencia y la CUP soy incapaz a comprenderlo. Cualquier intento me conduce a un camino sin salida. El acuerdo entre ellos me parece un fraude.
Lo dejo, solo se me ocurren barbaridades.

Todos los partidos han dicho que han entendido el mensaje de los ciudadanos. ¡Y un carajo! Nadie votó pensando en un consenso posterior. Aquí todo dios lo hizo deseando que los suyos ganasen y barriesen a los demás. Otra cosa es que ahora tengan que ponerse las pilas y ver como nos sacan de este lío que ellos han creado.

La explicación a este laberinto es fácil: los votantes somos unos cabrones. Así de claro. Nos pusimos de acuerdo para no dar la mayoría absoluta a nadie, ni siquiera una mayoría holgada. Cabrones no, unos cabronazos, eso es lo que somos. Ahí les dejamos el pufo y ahora ¡venga, a ello! que para eso cobran un pastón.

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