2 abr 2018

Cuando la pasión religiosa toma las calles

Fotografía de la Sexta TV

El fervor, religioso por supuesto, ha vuelto a los cuarteles. La vida torna a la rutina y la piedad queda recluida hasta nuevo aviso. Y no digo yo como en Mateo 15:8 “Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí”. No me atrevería.

Hace unos años parecía imposible el resurgir de determinadas tradiciones. Craso error.  El ardor por la Semana Santa ha vuelto.

Pueblos y ciudades que habían relegado los santos a las iglesias los han desempolvado y hasta más de un católico de bautismo se pelea por pasear las imágenes. Y no lo achacó yo a los milagros. Tampoco a una ola de religiosidad. Gentes que no pisan las iglesias ni por casualidad llegados estos días vacacionales se convierten en fervientes propagandistas. Pues allá ellos. Ya lo dijo Lucas 6:37 “No juzguéis y no seréis juzgados, no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados”. Pues eso.

Ya sabemos que la libertad de culto es un derecho fundamental en las democracias, en la española también. El artículo 16 de la Constitución dice: “Se garantiza la libertad ideológica, religiosa y de culto de los individuos y las comunidades sin más limitación, en sus manifestaciones, que la necesaria para el mantenimiento del orden público protegido por la ley”. Y añade: “Ninguna confesión tendrá carácter estatal. Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones”.
Aquí surgen los problemas.

Cuatro ministros en una procesión cantando “El novio de la muerte” no es muy constitucional. La ministra de Defensa, María Dolores de Cospedal, presidió el acto de desembarco de la compañía de honores de la X Bandera del Tercio Alejandro Farnesio, de la Legión, y al traslado del Cristo de la Buena Muerte. No estaba sola. El ministro de Interior, Juan Ignacio Zoido; el de Educación, Cultura y Deporte, Iñigo Méndez de Vigo y Justicia, Rafael Catalá estaban allí como ministros, no como creyentes. Lo pueden hacer a título personal no como cargos públicos. Eso ni es constitucional ni es democrático. Lo pinten como lo pinten.

La falta de hervores democráticos es patente. Por favor, no me salgan los Ángel Ayala de turno a darme lecciones. La Constitución dice lo que dice.

Oigan pero si es que han puesto la bandera a media asta en el ministerio de Defensa y en los cuarteles. La explicación que dio el Ministerio es que “el ondeo a media asta de la enseña nacional en determinadas fechas forma parte de la tradición secular de los ejércitos, que está integrada en la normalidad de los actos de régimen interior que se celebran en las unidades militares”.

Miren, será una tradición secular pero de épocas predemocráticas y vuelvo a repetir: la Constitución no lo permite. No se exalten. Lo dice la ley fundamental del Estado. La democracia son leyes y formas. Pues bien, ni la máxima ley lo ampara ni las formas son las adecuadas.

Hay libertad de culto, pueden hacer actos públicos, ateniéndose a las leyes, lo que no se puede hacer es que cargos e instituciones públicas estén presentes como tales en actos religiosos. ¿Tan difícil es de entender y aceptar esto? ¿No son capaces a pensar en los que no somos religiosos? La democracia da cabida a todos, pero algunos no quieren que todos quepamos en ella.

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