¿Qué es real? Pues no sé ustedes
pero yo no lo tengo claro. En principio real es lo que veo, lo que escucho, y
aún así puede que no lo sea. Sí lo que veo y escucho es una parte de un todo ya
la lié.
Pueden ustedes pensar que soy un
descreído y tendrán razón. Y no será por falta de información o explicaciones
sobre lo que me rodea. Estoy desbordado, todo lo que quiera lo tengo al alcance
de un clic.
Hace años con unos pocos canales
de televisión, emisoras de radio y algunos periódicos íbamos servidos. Hoy es imposible
echarle un vistazo a los que tenemos a nuestro alcance. Internet nos anega.
¿Eso quiere decir que estamos mejor informados? Deberíamos, aunque la realidad
que yo vislumbro me indica que no es así.
Sí miramos los contenidos es para
echase a llorar. Sucesos, cotilleos, bulos ocupan lugares destacados y son las
noticias más consumidas. La truculencia vende. Antes había páginas de sucesos
en el interior o al final de los periódicos, hoy se airean en portada durante
días. ¿Eso es información? Ya sé, con no leerlo lo arreglo. Eso hago.
Las televisiones no van a la
zaga. Programas dedicados a la información política y el debate han entrado en
esa espiral del populismo tremendista. Para justificarse dirán que se trata de
una necesidad social, que es la realidad. Algo así decía esa presentadora de un
programa que encerraba a no sé cuántos cabestros en una casa. Hay un canal de
televisión que en sus noticias empalma cinco, seis, siete noticias de
siniestros, asesinatos… ¿Es necesario en un telediario?
¿Tengo que aceptar esa realidad?
La vida es mucho más que eso. Para no verlo cambio de canal.
¿Tendría que hacer un apagón
“informativo”? No es necesario, tengo que elegir más y entre muchos más. Y eso
es bueno.
Otra vía para aprehender la
realidad son las redes sociales. Esta es la vía más utilizada por una parte de
la población. Facebook y Twitter son las más importantes por número de usuarios.
Las barbaridades y los insultos son algo normal en esas junglas. La
proliferación de bulos ha llegado a tal nivel que ya hay páginas web que se
dedican a desmentir la ingente cantidad de disparates con mala leche. Y no
hablemos de las manipulaciones políticas, la publicidad engañosa o la cantidad
de Cifuentes que pululan por ellas.
Empieza el cansancio y hartazgo.
Instagram va acogiendo cada día a
más usuarios. En esa red todo es aún más fácil. Hacemos fotos, con mayor o
menor destreza, nos dan filtros y las “subimos”. Los paisajes y las caras poco
tienen que ver con la realidad. Eso sí, en Instagram nadie debate o insulta, de
momento.
¿Qué es más real? Pues no
sé. Hay presidentes que dan ruedas de
prensa a través de plasma, políticos que se comunican por Twitter, familias que
hablan por WhatsApp, se liga en las redes, se realiza sexo virtual… se compra,
se vende.
Luego está la vida en el día a
día en la calle, el trabajo o en casa y eso es otra cosa. Ya saben que
acabaremos en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada, pero tranquilos,
con un poco de suerte viviremos en una realidad virtual eterna.
Lo real y lo virtual by Santiago Pérez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License.
No hay comentarios:
Publicar un comentario