Enterado quedo: Los perros duros no bailan. Oigan que lo
dice Arturo Pérez-Reverte y cualquiera se atreve a discutírselo. No seré yo el
osado. Ese es título de su último libro. 160 páginas escritas en un mes, de
verano para más señas. Así al menos lo cuentan. Demostración palpable de que
conoce el oficio de escribidor de historias, a lo cual le suma el saber
venderlas. ¡Y menudas envidias genera!
Doy por sentado que le gustan los
perros.
Canes con estereotipos humanos
son los protagonistas que se ven inmersos en una trama de amistad, valor,
sangre y venganza. Nada de estereotipos, es una personificación en toda regla y
a saber si una alegoría. Por ahí deben andar los tiros – que ni pintado le
viene a Pérez-Reverte – ya que este recurso literario le ha servido como
coartada para escribir con una libertad que de otro modo no habría tenido.
A mí no me miren, lo dijo don
Arturo.
Aunque bien pensado ¿coartada
para escribir con libertad? ¿Pérez-Reverte? Ná, es una boutade. A don Arturo a estas alturas le importa un pito lo que digan
tirios o troyanos y las redes sociales le resbalan. Está en su línea de
articulista: directo, provocador, en ocasiones un poco faltón. Nada nuevo. Hay
que vender. No tengo nada que objetar.
Eso de la prosopopeya puede
llevar a pequeñas contradicciones casi inevitables: “… o una guerra de ésas,
con biografías de un tal Hitler – que por lo visto la lió buena hace tiempo - …
En la mía no cabe cambiar de camino por un perro neonazi”. No conoce a Hitler pero sabe lo que es un neonazi.
En ese mundo canino cabe todo:
“Yo, por raza y apostura, soy un perro más bien de derechas, ya sabes.
Liberal-conservador…”
Sin problema, es una novela y la
libertad de creación ante todo.
En esta ocasión el prototipo de
personaje perezrevertiano – duro,
leal, macarra, violento, terco y en ocasiones machista – es un perro mezcla de
mastín español y fila brasileño, llamado Negro.
Se puede decir que don Arturo al
tiempo que humaniza a los perros animaliza a los humanos. Pero cómo no hay nada
perfecto, perdón don Arturo, hasta estos animales portan los pecados más
humanos.
Pues nada, un trabajo fructífero para estar escrito en el
sopor de la canícula, y en treinta días. Eso sí, hay frases que aprovechando la
coyuntura quedan bastante feas y me deja con las dudas de su verdadera
intención. Eso lo sabrá el autor, don Arturo, y que yo no me atreveré a
interpretar.
Las opiniones se forman con la
lectura. Lo encontrarán en su biblioteca pública o librería preferida.
Vidas de perros duros que no bailan by Santiago Pérez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License.
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