25 nov 2019

Buenos y malos en La hija de la española


  Los lectores tomamos posición durante y tras la lectura de un libro. El autor nos cuenta una historia y el lector la reinterpreta como le da la gana. Esa libertad de ambos nadie la puede negar. ¿O sí?

  Esta obviedad viene a cuento tras haber leído alguna crítica de La hija de la española novela de la venezolana, afincada en España, Karina Sainz Borgo. Oigan, eso de  aclarar su origen y donde vive tiene su importancia.

  La crítica que más me llamó la atención fue la de Fernando Aramburu. Más que una crítica me pareció una justificación. No tienen por qué creerme, la pueden leer en la sección de Cultura de El Mundo. Ya sabemos que en muchas ocasiones la mejor defensa es un ataque y eso es lo que hace Aramburu. Eso sí, reconoce que le entrevistó en dos ocasiones y le gustó el resultado. De bien nacidos es ser agradecidos.

  Veamos un detalle, uno solo, de la crítica de Aramburu. Avisa a navegantes, mejor dicho a posibles lectores que “no va a ser un libro de fácil digestión para la izquierda sectaria aunque a esta siempre le quedará el socorrido recurso de no leer el libro o de aplicarle los tópicos de rigor, ya preparados de antemano en su cocina ideológica: parcialidad, maniqueismo, propaganda, malos muy malos y feos, buenos muy buenos y guapos…”  Dicho quedó.

  ¿Y esto? Pues nada, hablamos de Venezuela. No es broma. La novela transcurre en la Venezuela de Chávez y Maduro, a los que no se les menta, ni falta que hace. Todo está muy clarito.

  Para que no me llamen sectario diré que no soy bolivariano, ni partidario de Chávez y menos aún de Maduro, ni de sus políticas, ni nada de nada. Me parecen un par de dictadores bananeros. Dicho queda.

  ¿Son necesarias las explicaciones? Leído lo leído pues parece que sí. Otros críticos no han sido tan contundentes pero por ahí andan la mayoría.

  Que Karina Sainz escriba bien, que sepa utilizar los recursos literarios de forma más o menos acertada me pasó bastante desapercibida. La manera de contar la historia me anuló otras percepciones.

  Sí que es una novela de buenos y malos. Sí que es una novela de guapos y feos.

  Las protagonistas son mujeres. Adelaida Falcón movida por las circunstancias toma decisiones cuestionables que se disculpan en un ambiente de corrupción, muerte, asesinatos, hambre y todo tipo de males que acontecen en la Venezuela actual. La complicidad del gobierno en el desmadre venezolano justifica cualquier actuación que suponga la supervivencia.

  Es en ese entorno asfixiante y mortal en el que la autora califica a los personajes según el lado político en que se encuentren. A los “otros” los retrata de forma despectiva, los ridiculiza de tal forma que me causo sorpresa. Va a saco por ellos. Algunas de sus expresiones son racistas, sin paliativos. En esos momentos la novela se convierte en una herramienta de propaganda política. Pues bien.

  Por el medio intercala momentos en los que apela al sentimentalismo y la nostalgia que me hacen sospechar - soy muy libre de hacerlo – que intenta  posicionar al lector de su lado.

  Repito, la autora escribió lo que le dio la gana y como le dio la gana. Yo, como lector, destaco lo que me da la gana y como me da la gana. Aramburu tomó partido. El Fernando Aramburu de esa “crítica”  no es el Fernando Aramburu de Patria. En su libro hace gala de cierta empatía y desde ahí intenta comprender lo sucedido en Euskadi. En La hija de la española no hay empatía ni nada que se le parezca.

  Por cierto, al final del libro Karina Sainz explica que la novela es una historia de ficción. Le faltó eso de "cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia". No cuela.

  Pues nada, no me hagan caso pero, por favor, lo mejor que pueden hacer es leerlo y formarse su opinión.

  En su biblioteca pública o librería preferida lo podrán encontrar.

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Buenos y malos en La hija de la española by Santiago Pérez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License.

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