3 mar 2020

En Terra Alta también hay crímenes


  Los premios literarios no tienen buena fama, sobre todo entre los perdedores. Si hay un galardón famoso ese es el premio Planeta. De él se ha dicho que está amañado, que los ganadores se presentan por encargo y todo lo que se les ocurra. No es de extrañar, el pellizco es cuantioso, 601000 euros.

  En la edición de 2019 el ganador fue Javier Cercas con Terra Alta, una novela policíaca. El segundo premio fue para Alegría de Manuel Vilas.

  Ambos, Cercas y Vilas, se han pasado a la editorial Planeta, al menos de momento, ya que tienen un contrato por dos libros con esta empresa. Hubo quien dijo que “la selección de esta edición se antoja capaz de atender a un doble fin: aportar valor literario y rentabilizar la inversión”. Vamos, no lo dijo, lo escribió Laura Fernández para El País.

  Ven, lo dicho, el Planeta no libra.

  El protagonista de Terra Alta es Melchor Marín, un joven con un pasado delictivo reconvertido a mosso d´escuadra. La madre juega un papel muy importante en su vida, hasta condicionársela y convertirlo en un justiciero. Padre desconocido. Escasos amigos. Es un solitario que encuentra en una bibliotecaria la estabilidad que necesita.

  El procés, la Guerra Civil española, los atentados yihadistas en Cataluña en 2017, además de un triple asesinato, junto al pasado de Melchor, la amistad, el deseo de justicia y el amor son los ingredientes de esta novela.

  Por cierto, Cercas utiliza el término policía no mosso. Un detalle muy del autor.

  Las referencias a Los miserables, de Víctor Hugo, se repiten en bastantes ocasiones. Melchor se identifica con ese libro que relee de forma obsesiva. El protagonista no es un gran lector, para nada. Olga, la bibliotecaria, amplía sus escasas lecturas y le va guiando.

  Javier Cercas introduce la Guerra Civil sí o sí. Es un tema recurrente en su obra. Como también es recurrente el uso de acontecimientos reales para construir su verdad. Cercas no es imparcial nunca. No tiene que serlo. Da igual que su obra sea ficción o no, él aprovecha para colar su mensaje político o forma de entender la vida.

  Reconozco que leo sus libros con prevención y, lo confieso, con un punto de desconfianza. En El impostor o en Anatomía de un instante disentí muchas veces en las formas y en el fondo. Hasta con Soldados de Salamina tuve mis reticencias.

  Ven, culpa mía. Oigan, es el creador y hace lo que le da la real gana.

  Cercas, con el fin de atrapar al lector, va complicando la vida de los personajes con informaciones tanto del presente como del pasado. Casi no hay personajes que no tengan un pasado o presente complicadillo. Las pesquisas policiales no resultan intrigantes. No es extraño. La proliferación de novelas policíacas, negras, de crímenes… hace casi imposible ser originales.

  Las desgracias se van acumulando con más muerte y traición. La resolución del caso es rebuscada a la vez que facilona. Tuve la sensación de dar un salto en el vacío y de pronto encontrarme con el punto final.

  Javier Cercas ha dado un giro a la que venía siendo su tendencia con los últimos libros. Cambiar o ser olvidado. Me parece bien. No sería extraño que Terra Alta se convirtiera en una comarca donde la criminalidad se incremente de forma notable. Todo dependerá de cómo vayan las ventas con este título. Ya veremos.

  Por favor, no me hagan caso. Lean el libro y saquen sus conclusiones. Seguro que se venderá y leerá muchísimo. Les entretendrá.

  Me repetiré, me acerco a Javier Cercas con recelo y no soy capaz a desprenderme de él. Problema mío.

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