El género policíaco tiene cada
vez más adeptos. No es de extrañar. Son novelas entretenidas y, sí se quiere,
no te complican mucho la cabeza. Aunque esto último es simplificar demasiado el
género. Como en todo hay buenos y malos libros, al igual que hay buenos y malos
escritores.
Dos autores cuentan con unos
lectores muy fieles, me refiero a Donna Leon y Petros Márkaris. La primera
acaba de publicar su novela número 30 con el comisario Guido Brunetti como
protagonista. Se titula Esclavos del
deseo y está traducida por Maia Figueroa Evans. Por su parte Petros
Márkaris también publicó recientemente Ética
para inversores, traducida por Ers
Marina Samará Spiliotopulu, que creo que es la decimosexta novela protagonizada
por Kostas Jaritos.
Brunetti y Jaritos tienen
similitudes. Ambos protagonistas son muy familiares. La familia es el refugio
que tienen y en el que se evaden de las miserias a las que se enfrentan.
Conviven con mujeres de fuerte carácter que los ponen es su sitio. Ambas son
buenas cocineras y ellos buenos comedores, especialmente Jaritos. Ni uno ni
otro dan palo al agua en casa. Las faenas del hogar les son ajenas, no por
machistas, que no lo son, sino por comodidad ya que no hacen nada por cambiar.
Brunetti es un lector apasionado de los clásicos, Jaritos de los diccionarios,
especialmente el Dimitrakos. Los dos
comisarios son grandes conocedores de las ciudades en las que viven y trabajan,
Venecia y Atenas. Con cada uno de sus casos realizamos un recorrido por ambas
ciudades. Por supuesto son muy inteligentes y son capaces de ver las conexiones
entre las pistas antes que sus compañeros. Ambos son respetados y apreciados
por sus subordinados y se alejan todo lo que pueden de quienes ostentan el
poder. Son fieles a sus amigos.
Las novelas de Donna Leon y
Petros Márkaris se asemejan también en algunos aspectos. Las cuestiones
sociales de actualidad están presentes en sus novelas. Tras los crímenes que
resuelven los protagonistas hay un problema que nos afecta. En el caso de Esclavos del deseo Donna Leon nos pone
frente a la trata de personas y la presencia en la vida italiana de la mafia,
una constante en sus novelas. Por su parte en Ética para inversores Petros Márkaris aborda la cuestión de los
inmigrantes y el proceso de gentrificación en las ciudades.
Las novelas de Márkaris tienen
más carga social. En cada nuevo caso de Jaritos se resalta alguno de los muchos
problemas que aquejan Grecia, a los que
no son ajenos el resto de los países de la Unión Europea, y tienen más protagonismo
que el propio crimen. Ese aspecto de crítica social se resalta con la presencia
de Lambros Zisis, el gran amigo del comisario Kostas Jaritos, antiguo comunista
desengañado que en esta ocasión toma nuevos bríos al encontrar una causa que
merece su colaboración y esfuerzo: el apoyo a los inmigrantes.
Brunetti y Jaritos son dos
comisarios cercanos, alejados del prototipo heroico o de otros policías o
investigadores huraños, desengañados con la vida y solitarios. Ellos son todo
lo contrario.
Dos novelas policíacas que
gustarán a la mayoría de los lectores. De lectura ágil nos introducen en
algunos de los problemas de nuestra sociedad de forma sencilla pero que no les
resta profundidad.
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