1 ago 2021

La maldición de la autovía Oviedo-La Espina


 Cuando algo está mal desde hace mucho tiempo la posibilidad de que vaya a peor es muy alta. Las obras de la autovía Oviedo-La Espina además de hacerse eternas están retrasándose, es un decir, por «problemas» inesperados.
  A partir del 3 de agosto la N-634, entre el enlace de Casazorrina y la glorieta de La Espina, se cerrará. En esta ocasión el causante es el puente de Godán, en Salas. No es un problema que haya surgido de pronto. Quienes pasamos por él sabemos que vamos a pegar un salto y aminoramos la velocidad. El problema es viejo. Ahora nos dicen que el puente se está hundiendo y que no soporta el peso de camiones de gran tonelaje. O  bien tardaron mucho en darse cuenta o estaban intentando esconder lo evidente.
  Para los que no conocen la vía les diré que este puente se encuentra en el único carril que tenemos disponible, de momento, para subir y bajar el puerto de La Espina. Hace poco que iniciaron las obras del segundo carril. Antes de finalizar la obra se le viene abajo un puente.
  Desde Tineo volveremos a utilizar la vieja carretera o el corredor del Narcea.
  La duración prevista de los trabajos de demolición es de cuatro semanas, en construirlo ni se atreven a realizar una estimación. No me extraña. Las expectativas no pueden ser peores.
  Aunque utilizo el término maldición en el título no quiero indicar que alguien o algo haya vertido un conjuro maléfico contra esta obra. No creo en esas cosas. No, aquí no hay nada misterioso. Dado el tiempo que lleva en ejecución y las «incidencias» sufridas podríamos inducir varias causas que podrían explicar lo sucedido.
  Dado que carezco de información tengo que realizar suposiciones basadas en la lógica, lo cual no quiere decir, faltaría más, que sean ciertas en su integridad. Cómo verán estoy realizando un esfuerzo por ser comedido y no dejarme arrastrar por el enfado que tengo. En este caso puedo asegurar que no soy el único cabreado.
  Permítanme, una vez más, que antes realice un breve repaso a lo acontecido hasta ahora.
  La autovía Oviedo-La Espina se comenzó a construir en 1999. Sí, hace veintidós años. Se paró por obra y desgracia de José Blanco, ministro con Zapatero. La obra iba lenta, muy lenta y llegó el 15 de febrero de 2016 y se produjo un argayo a la altura de Porciles, Salas. Ocho meses de nada tardaron en abrir la carretera. En ese tiempo nos hartamos de bajar y subir el puerto de La Espina.
  Las obras continuaron a ralentí. En la zona de Casazorrina los trabajos se estancaron. Mientras más desmontes realizaban para abrir la caja de la carretera y asegurar el terreno más problemas surgían. Llevan empantanados en ese tramo más de dos años. Da igual lo que hicieran, allí se afanaban las máquinas y trabajadores pero no avanzaban. Llegó el 16 de abril de 2021 y en esa zona se produjo un gran argayo. La carretera quedó bloqueada en el kilómetro 450 de la N-634. Desde que se produjo hasta que pudimos circular por el paso alternativo pasaron 91 días. Para dejar expedito y asegurar el terreno donde se produjo el derrumbe les llevará catorce meses y se tragará unos catorce millones y medio de euros. Esto supondrá un mayor retraso en la finalización de la autovía.
  Cuando aún tenemos fresco este último fiasco nos dicen que tienen que derruir el puente de Godán, que lleva hundiéndose mucho tiempo, repito. Esto supondrá volver a circular por la antigua carretera de La Espina que se encuentra en mal estado, con escasas opciones para adelantar y que aumentará los tiempos de desplazamiento hacia el centro de Asturias. Vamos, lo de siempre. El transporte por carretera se resentirá y los usuarios diarios se verán muy perjudicados. Me temo lo peor. Van a agotarnos la escasa paciencia que nos queda.
  Tras tanta demora y tanto «incidente» habría que delimitar las responsabilidades. Desde luego qué las hay. A ello voy.
  La demora es imputable, en exclusiva, a los responsables políticos, en este caso PSOE y PP. Ambos partidos han gobernado y no han querido agilizar la conclusión de las obras.  Tras ellos, visto lo visto, no sería descabellado pensar que hay responsabilidades técnicas. Quién sabe sí el proyecto contiene errores, sí se realizaron los estudios geológicos, etc. necesarios o fueron escasos. También pudiera ser que las obras no se ejecutasen de la forma correcta o sencillamente es una conjunción de ambas cosas o para los creyentes es cuestión de mala suerte o un castigo divino. En cualquier caso, seguramente las bajadas temerarias que realizan las empresas en la licitación contribuyen a estos desastres.
  Sea como sea los problemas  están ahí, los perjuicios para empresas y ciudadanos son reales y, sin embargo, no pasa nada. En este caso ¿no sería oportuna una comisión de investigación de expertos para comprobar dónde están los fallos? Las probabilidades de que en un futuro no muy lejano sigan produciéndose «incidentes» son elevadas. ¿Quién asumirá los gastos? ¿Tendremos que pagar los ciudadanos los costes del nuevo puente? Lo dicho, investiguen las posibles deficiencias y comprueben si lo ejecutado supone algún peligro para los ciudadanos. Ya no me fío de la seguridad de lo construido. ¿Nos sorprenderán con el tiempo los pilares que estuvieron tanto tiempo al descubierto? ¿No se producirán más argayos?
  Tras pasar Villazón, en dirección a Oviedo, están desmontando la ladera, imagino que para reforzarla a continuación. En la parte de arriba ya tienen abierta la caja desde hace tiempo, ¿se dan cuenta ahora que es necesario construir muros de contención? ¿En cuántos sitios más no los han hecho y harán falta?
  Estas preguntas me surgen a la vista de los acontecimientos. Creo que no son descabelladas y no estarían mal esas comprobaciones del estado de lo construido. Dudo que nadie asuma responsabilidades e imagino que los ciudadanos seguiremos pagando los desaguisados.
  Mientras nos avisan del nuevo cierre los alcaldes están tranquilos, aún les pesa el esfuerzo que realizaron hace poco con el argayo de Casazorrina.  Ellos son los primeros que tendrían que pedir responsabilidades.
  Afirmo, con toda rotundidad, sin atisbo de sentimientos de inferioridad, que el suroccidente asturiano les importa un pito a los políticos asturianos y mucho menos a los nacionales.
   Ahora a esperar y ver cómo pasa el tiempo.

 

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