Cuando el tedio invade la
relación en una pareja ¿hay un culpable o lo son los dos? No hay una respuesta
única. ¿Va del tedio Los días perfectos
de Jacobo Bergareche? Tiene mucho que ver.
Los días perfectos es una novela epistolar que incluye fotografías
de algunas de las cartas y dibujos de la correspondencia entre William Faulkner
y Meta Carpenter a lo largo de treinta años. No trata sobre Faulkner y
Carpenter. El protagonista es Luis, un periodista cansado de su trabajo, de su
matrimonio… Vamos, es un tipo que perdió todos los alicientes hasta que se topó
con Camila. Me adelanté demasiado.
Luis, periodista, casado y con
hijos es el tercer año consecutivo que se desplaza a Austin, Texas, para
asistir a un congreso y de paso realizar un artículo para su periódico. Va con
la idea de meterse en el archivo Harry Ransom Center y documentarse con los
papeles del Watergate de Bob Woodward o las libretas de Gabriel García Márquez,
le vale cualquiera, pero al final acaba dándose de bruces con Faulkner. Todo es
una disculpa. Por cierto, el Harry Ransom Center existe y atesora una ingente
cantidad de documentos de muchos escritores de prestigio mundial.
Luis quiere volver a estar con
Camila, una arquitecta mexicana con la que tuvo una relación. En dos años se
vieron un total de siete días, pero este tercer año las cosas cambian. Luis
recibe un correo electrónico en el que Camila le dice «Dejémoslo aquí,
quedémonos el recuerdo. Adiós, te quiero.»
Luis le dirige una extensa carta
en la que va dando cuenta a Camila de sus sentimientos y pensamientos
intercalando las cartas de Faulkner, que a su vez le sirven de explicación a su
relación. De las 177 páginas de la novela 123 las ocupan esta primera carta. En
la extensa misiva rememora los momentos y situaciones que vivieron juntos a la vez
que hace notar que vuelve a sentirse vivo. Con Camila no hay nada rutinario,
son breves encuentros pero muy intensos en los que descubre comidas, bebidas,
bailes, sazonados todo ello con sexo intenso.
El pensamiento de Luis se puede
resumir en este párrafo de la carta: «No te lo voy a discutir, ni voy a
lloriquear, entramos libremente en esto y salimos libremente también: es el
matrimonio el que impone la tozuda aspiración de que ni el tedio ni el desamor,
sino que solo y exclusivamente sea la
muerte el agente que nos separe. Los amantes están unidos hasta que el miedo,
la culpa, la cordura, la amenaza o la conveniencia los separe, el mundo entero
conspira por separarlos, pero lo que seguro ha de separar como regla
insoslayable es el tedio, la cosa muere indefectiblemente cuando the thrill is gone y nada más que
entonces».
Se despide de ella con un breve
pero intenso «Te quiero, Camila, te quiero mucho. Adiós, adiós, adiós».
A continuación Luis escribe otra
carta a Paula, su mujer, que es una apasionada por la obra de Faulkner. Por
medio de las cartas del escritor estadounidense intenta explicar a Paula cuales
son sus pensamientos y sentimientos, sin abordar de forma directa su adulterio.
«Esta correspondencia, que me va iluminando todo lo que no sabía que echaba de
menos y todo lo que me terminará resultando imposible, es también donde creo
que he encontrado la pista del posible remedio». Y lo justifica diciendo:
«Ya no nos quedan juegos, pero
nos acostamos y nos despertamos en la misma cama, lo hacemos al menos una vez a
la semana porque es lo que toca, nuestros polvos son siempre iguales,
variaciones de los mismos elementos». Padecen, según Luis, algo muy común: «Me
aburro. Me aburres. Nos aburrimos. Probablemente no sea más que eso,
aburrimiento. Tedio. Ni más ni menos que la mayoría de parejas que conocemos».
Tras una serie de explicaciones y
justificaciones pide una oportunidad para retomar su vida de pareja y recuperar
la pasión y entusiasmo de los primeros tiempos de su relación, pero queda en el
aire: «Pero aquí nos quedamos con el suspense de saber qué va a pasar mañana,
con qué tipo de día nos encontraremos y sabemos al menos que no será lo de
siempre, que mañana por fin nos pasará algo». Finaliza con un «Te quiero. Un
beso. Luis».
Visto lo visto, Luis es un
adultero que cuando su amante le deja quiere volver a la seguridad de la vida
conyugal. Hay que reconocerle que por primera vez traslada a su pareja su
insatisfacción, pero ¿lo habría hecho sí Camila no lo hubiera dejado? Queda esa
duda. Su presunción de dar por sentado que Paula también se encuentra en el
mismo estado que él dice poco en su favor. La despedida en ambas cartas marca
una gran diferencia entre la efusividad con que lo hace de Camila y de Paula.
Ese «Te quiero. Un beso» dedicado a Paula suena a forzado y poco sincero.
Como pueden ver Luis es un
personaje con el que no hice buenas migas. Valga en su defensa lo que concluye
que es un día perfecto: «un hombre y una mujer que se buscan desde la hora de
despertar para hacer cosas juntos y disfrutan de ello hasta la hora de
acostarse. Parece fácil».
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