3 nov 2021

No es lo que decía ser y eso no mola a muchos



  Los premios literarios suelen estar rodeados de sospechas de amaño, en el caso del Planeta esas dudas se convierten en certezas. Es el segundo premio literario mejor pagado del mundo, por delante del Nobel. En este año su cuantía la subieron a un millón de euros. Si ese dineral ya supondría destacados en los medios de comunicación lo de este año fue exagerado y aún no se acabó. El motivo ya lo saben. Concedieron el premio a Carmen Mola, que los lectores sabían que era un seudónimo, pero resulta que no escondía a ninguna mujer, son tres hombres. Por más señas tres guionistas de nombre Antonio Mercero, Jorge Díaz y Agustín Martínez. Y se lió.
  Hemos oído y leído de todo. Unos critican a los ganadores por esconderse detrás del nombre de una mujer, otros los defienden argumentando que es algo normal en la literatura. Pues sí y no. Me explico.
  Comprendo a los que les critican pues se están aprovechando de una ola en la que las mujeres, tras siglos de ocultación se están haciendo con el espacio que les corresponde en el mundo, también en el literario. Hay, además, una concienciación entre la población femenina que las lleva a leer lo que escriben otras mujeres. Los guionistas son conocedores de un dato relevante, las mujeres leen mucho más que los hombres. El conjunto de todo esto es posible que les indujera a utilizar cómo seudónimo el nombre de una mujer. Al menos eso parece. En las entrevistas que realizaron a «Carmen Mola» no insinuaron que no fuese una mujer.
  Tras los esfuerzos que vienen realizando las mujeres por ocupar el espacio que les corresponde no parece muy ético el utilizar un nombre femenino. Me parecen unos aprovechados. Ya sé que habrá quienes apelen a su libertad para hacer lo que hicieron. Desde luego, tienen esa libertad, pero los demás también tenemos derecho a criticarles tal decisión.
  Lo más habitual fue que las mujeres escritoras hayan tenido que usar seudónimos con nombres masculinos en una sociedad patriarcal y machista. Permítanme que recoja unas palabras que no son mías: «autoras que tuvieron que usar un pseudónimo para que su obra viera la luz. Porque escribir no encajaba entre los intereses que se atribuía a las damas. Porque la historia se empeñaba en ocultarlas. De hecho aún hoy nos sorprende descubrir la pluma detrás de ese libro que hace años leímos y que creímos que era de un autor, cuando en realidad se trataba de un pseudónimo...». ¿Saben de quién son estas palabras? De la editorial Planeta que en su página web hay un apartado titulado «10 escritoras que firmaron sus libros con pseudónimos masculinos». Más claro agua.
  Por cierto, saben quién quedó finalista. Imagino que la mayoría no lo recordarán. Cosas de la publicidad. Paloma Sánchez- Garnica fue la finalista con la novela Últimos días en Berlín.
  Ah, antes de que se me olvide. He leído críticas a una librería por haber quitado los libros de «Carmen Mola» de sus estantes. Pues no entiendo el motivo. En el caso de esa librería madrileña, Mujeres y Compañía, los retiraron ya que está especializada en literatura femenina. ¿Dónde está el problema?
  Les confieso que no me he leído ningún libro de «Mola». Ojeé alguno pero no me llamaron la atención.
  No soy un lector de gustos muy definidos. Leo de todo. Respecto a sí leo más libros escritos por hombres o mujeres pues no lo sé. No me fijo. En la biblioteca o librería escojo, cuando no conozco a la autora o autor, tras leer trocitos del libro. Unas veces acierto y otras me doy un batacazo. No pasa nada.
  Entre los últimos libros que he leído están los de tres autoras asturianas. Animal de Leticia Sierra, Un asesino en tu sombra de Ana Lena Rivera y Tarada de Carolina Sarmiento. Son mujeres. No utilizan seudónimo y ahí están, abriéndose un hueco en el mundo editorial tan plagado de títulos y con un número de lectoras y lectores cada vez más numeroso.
  Hoy, además de los títulos mencionados, les recomiendo que visiten su biblioteca pública o librería más cercana. Miren, rebusquen y seguro que encontrarán algún libro de su gusto.

 


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