Los
políticos tienen la predisposición a inventarse necesidades. Esa
propensión lleva, en muchas ocasiones,
al despilfarro. Los alcaldes, por ejemplo, necesitan poner en práctica una idea
«novedosa» o construir algo para justificarse. Los programas electorales más
que un estudio razonado y razonable de las necesidades sociales son la búsqueda
desesperada de la novedad. Olvidan que la sostenibilidad y el mantenimiento
adecuado de lo existente es importante. Ejemplos de infraestructuras en las que
se invirtió un montón de dinero y están abandonadas las conocemos todos.
En el
argumentario político es recurrente escucharles hablar del aprovechamiento de
las capacidades y recursos del territorio, sobre todo en las zonas rurales. Lo
repiten machaconamente como si fuera un mantra cargado de verdades
incuestionables. La realidad es que no tienen nada mejor que decir. Vean un
ejemplo.
Desde
hace años en el Alto Forcayao (Tineo) hay una plantación de arándanos de unas
ocho hectáreas. La explotación está situada, por lo que yo sé, en monte público
y está muy bien equipada. La finca cuenta con una red de tuberías por la que a
las plantas les llega el agua y nutrientes que necesitan. Tiene una balsa para
almacenaje de agua. Las plantas están perfectamente alineadas y separadas por
sectores. Cuenta también con una caseta en la que, según reza en un pequeño
cartel, se almacenaban fertilizantes. Y digo «almacenaban» ya que desde antes
de la pandemia está abandonada. Los vecinos de los pueblos colindantes y gentes
llegadas de los concejos limítrofes, e incluso de Oviedo, se han acercado a la
finca a aprovisionarse de arándanos. No es para menos, sería desagradable ver
pudrirse el fruto sin que nadie lo aprovechase. Aunque la finca está totalmente
cercada el acceso es muy fácil.
La
verdad es que da pena ver el estado en que se encuentra. De momento parece que
el deterioro se ciñe a la maleza que va ganando terreno y a las plantas que
necesitan una poda, pero el tiempo pasa y no tiene pinta, de momento, de que la
situación vaya a cambiar.
La
explotación se adjudicó a la cooperativa Esvaco, ya desaparecida, y desde su
disolución los arándanos no tienen quien les cuide. Según me comentaron
recibieron ayudas públicas para su puesta en marcha, nada extraño y creíble. He
podido constatar que Esvaco solicitó una subvención al Ceder Valle del
Ese-Entrecabos en 2016 con destino a la «ampliación de plantación de
arándanos».
Lo
relevante es que la explotación de arándanos del Alto Forcayao está abandonada
desde hace varios años y a nadie le preocupa. No pueden alegar que no saben
cual es su situación o que no es su competencia. El señor alcalde de Tineo,
José Ramón Feito, tiene conocimiento de la situación pero de momento no se dio
por aludido. Sea o no su competencia sí que debiera mostrar interés en que
estuviera a pleno rendimiento ya que al menos dos o tres puestos de trabajo
genera, y no estamos en situación de despreciar ni uno sólo.
Por
si esta desidia y dejadez del alcalde no fuese suficiente, el concejal de
Hacienda, contratación, empleo, desarrollo local y montes, Marcos Da Rocha,
además Secretario ejecutivo de Desarrollo del Medio Rural de la FSA, tampoco se
da por enterado. Visto lo visto estoy seguro que su nombramiento en la FSA tuvo
que ver con los proyectos que desarrolló en el concejo.
Lo
dicho, una magnífica finca de arándanos está abocada al desastre si los
políticos no se ponen las pilas. Si esto, que no es tan complicado, no son
capaces de solucionarlo no quiero pensar en problemas mucho más complejos como
la creación de empleo, las infraestructuras, la despoblación y el
envejecimiento de la población.
Esa
dejadez y desidia puede dar al traste, una vez más, con una inversión que
seguro no fue pequeña.
Parafraseando
al economista Schumacher «lo pequeño es hermoso». Aplíquenselo señores
políticos.
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