Los programas, escasos, de promoción a la
lectura pasan desapercibidos. Se supone que invierten no se cuánto dinero en
ellos pero no se ven resultados. Hay, en cambio, otras iniciativas que sin
alharacas son muy efectivas. Estoy hablando de los clubes de lectura de las
bibliotecas públicas asturianas.
El pasado sábado, 27 de abril, se celebró en
Navia el XII encuentro de clubes de lectura de las bibliotecas públicas de
Asturias. La escritora invitada fue Carme Riera.
El acto congregó a casi seiscientas personas,
en su mayoría mujeres. Los allí presentes salimos muy contentos con la
organización del acto, a cargo de los bibliotecarios de Navia, Carmen Luisa y
Ángel, y con una Carme Riera amena, en momentos irónica y muy cercana. Allí
estuvieron presentes, durante toda la jornada, comida incluida, la alcaldesa de
Navia, Ana Isabel Fernández y la concejala de Cultura, Patricia Rodríguez.
Estos encuentros son fruto del interés de las
bibliotecarias, mayoría en la profesión, también de los bibliotecarios, por
extender el amor por la lectura. No me duele prendas decirlo así, el amor por
la lectura.
Al frente de la iniciativa siempre ha estado
Cristina Jerez, bibliotecaria de Pravia, acompañada por un entusiasta grupo de
compañeras, y un compañero, que realizan una excelente labor: Carmen - hay dos- Chelo, Carmela, Susana, Isabel,
Manoli, Gustavo, Ana – tres- y Teresa, creo que no dejo a nadie. A ellos se
suman el resto de las bibliotecas públicas municipales. Cada una organiza y
coordina su club de lectura y en muchos casos son las propias bibliotecarias
quienes se encargan de dirigirlos.
Cualquiera que haya tenido que organizar un
evento sabe que mover a seiscientas personas, en ocasiones más, no es cosa
fácil. Año tras año, y ya van doce, los encuentros salen bien, los percances
son menores.
El trabajo de las bibliotecarias, no excluyo
a los bibliotecarios, de la red de bibliotecas públicas es ingente. Ellas crean
estos clubes, los organizan, los dirigen. No son obligatorios, pero ahí están.
Son «extras» que realizan por amor a su profesión – reitero lo de amor- a la
lectura y su difusión. Tienen un arraigado sentido de servicio público.
El personal bibliotecario es el patito feo de
los ayuntamientos. Tienen unos horarios que casi ningún otro trabajador
municipal tiene. La coordinación de estos encuentros, y otro tipo de
actividades similares, los realizan fuera de su jornada laboral, no reciben
remuneración alguna por ello y para más inri se pagan la comida que se celebra
con posterioridad. ¿Quién da más por menos?
A cambio de su trabajo y esta entrega son
muchas las bibliotecarias que tienen unos salarios indignos ya que los
ayuntamientos convocaron las plazas en unos grupos salariales muy bajos, a
pesar de que la mayoría está en posesión de una titulación media o superior.
Eso sí, los ediles muestran con orgullo su biblioteca pero se olvidan de lo más
importante, las bibliotecarias y bibliotecarios.
Estos encuentros han adquirido tanta
relevancia que la Fundación Princesa de Asturias también los realiza con los
galardonados con el premio de las Letras. Las bibliotecas públicas asturianas
colaboran de forma activa y son las encargadas de organizar los diversos clubes
que reúnen a más de mil lectores. Por si alguien tiene dudas, las bibliotecas
realizan esa labor de forma altruista.
La red de bibliotecas públicas de Asturias
recibe una escasa atención por parte del gobierno autonómico que destina un
presupuesto ridículo para dotarlas de los materiales necesarios, incluidos
libros. Las bibliotecas de Tineo y Navelgas recibieron 1700 euros en 2023. Hay
ayuntamientos que destinan partidas presupuestarias pero también con cifras
vergonzosas, con honrosas excepciones.
Hay un detalle, no menor como decía aquel,
que demuestra lo poco que importan las bibliotecas a los gobernantes, Asturias
es la única comunidad de España que no tiene Ley de bibliotecas. Vergonzoso.
A pesar de los pesares ahí seguirán las
bibliotecarias, y bibliotecarios, difundiendo el amor por la lectura. En ellas
tienen los libros unas apologetas laicas que no sucumben ante la inación de las
administraciones que se han olvidado que las bibliotecas públicas son un pilar
básico de la cultura y la democracia.
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