En ocasiones escribo algún artículo y no lo
publico. Son pequeños desahogos que no van más allá. No milito en ningún
partido, pero la política me parece importante ya que las decisiones que toman
quienes gestionan lo público condicionan nuestra vida. Estoy muy harto de tanta zafiedad, mentiras y chulerías. Intento ser objetivo sin
dejar de lado mi ideología. Esto implica no hacer muchos amigos ni en un lado
ni en el otro, ya saben por aquello del bipartidismo.
Los acontecimientos de estos últimos días,
con el anuncio de la posible «espantada» de Pedro Sánchez, consiguió calentar
aún más el ambiente de por sí ya enrarecido. Escuchado y leído aún más
barbaridades es lo que me motivo a hacer pública mi opinión, una vez más, sobre
los modos y maneras de hacer política del PP. En esto, como en todo, hay
grados. Es evidente que la palma en bulos, mentiras e insultos se la lleva la
extrema derecha, pero el Partido Popular cada día está más cerca de esos
postulados.
El paréntesis de Sánchez los ha encabronado
aún más. De ese parón hablaré en unos días. Un adelanto, no me gustó.
Con esto no quiero justificar nada o sí, que
cada uno se lo tome como quiera. Llevo mucho tiempo criticando la forma de
hacer política y la carencia de crítica ciudadana en España. Las cosas no van a
mejorar por mucho que se empeñe el Presidente del Gobierno. Todavía quedan dos
procesos electorales inmediatos, en Cataluña y las europeas, independiente del
resultado la bronca va a continuar y podremos ver si se produce algún cambio en
los comportamientos.
El regreso de la extrema derecha, aún sin
llegar al poder, ha generado tensiones y lo que es peor, fracturas sociales que
parecen insalvables. Sus métodos de acción política se basan en desprestigiar
la democracia, la política – como si ellos no fueran políticos y no tuvieran
una ideología – y para ello no dudan en propagar bulos y mentiras utilizando a
medios de comunicación afines y sobre todo las redes sociales.
Se trata de un fenómeno mundial del que no se
libra España. Aquí el Partido Popular ha tenido una deriva hacia la extrema
derecha que es evidente. Vox está marcando, en demasiados casos, la agenda
política de los populares. La influencia de Isabel Díaz Ayuso, presidenta
madrileña, en ese distanciamiento de las formas y modos acordes con una
democracia es evidente.
Cada día el PP se parece más al Partido
Republicano estadounidense, cuyo viraje hacia la extrema derecha por obra y
gracia de Trump está a la vista. Isabel Díaz, con las directrices de Miguel
Ángel Rodríguez, camina por esa senda y arrastra con ella a todo el Partido
Popular.
La pérdida del gobierno central supone para
el PP un trauma. Su existencia como partido se justifica en tanto puede manejar
los presupuestos generales del Estado y redactar el BOE (Boletín Oficial del
Estado). De no ser así se desquician. Los que tenemos más edad nos acordamos de
los cabreos de Fraga Iribarne y sobre todo los de José María Aznar. Este último
fue pionero en España en utilizar la bronca y el enfrentamiento visceral como
herramienta política. Estaban, y siguen estando, convencidos que el hartazgo de
los ciudadanos les daría el gobierno, por eso su estrategia es emponzoñar la
vida social y política española. Por cierto ¿saben quien andaba ya por ahí?
Pues sí, MAR (Miguel Ángel Rodríguez). Fue secretario de Estado de Comunicación
con Aznar e incluso fue portavoz del Gobierno.
Al Partido Popular se les exculpa y perdona
todo. No importa que tenga un montón de cargos públicos en la cárcel o hayan
pasado por ella. No tiene ninguna trascendencia que la mayoría de los ministros
de Aznar pasaran por los juzgados y muchos condenados, al igual que más de un
presidente de gobierno autonómico. Aznar fue cómplice de la guerra en Iraq, se
demostró que mintió, y por lo que nunca ha pedido perdón. Se taparon sus
relaciones con Gadafi, el dictador libio. No se dio relevancia a que casara a su
hija en El Escorial, utilizando un edificio del Patrimonio Nacional para uso
personal. Nadie se acuerda que la Ley del Suelo promulgada por Aznar «engordó»
la burbuja inmobiliaria. Tampoco le afectaron las privatizaciones y ventas de
viviendas sociales a fondos buitre realizadas por Ana Botella en su etapa de
alcaldesa de Madrid. Nada, no les pasa nada. Son inmunes, tienen inmunidad y
patente de corso de la Justicia para hacer lo que les de la gana.
No voy a hablar de las amistades peligrosas
de Alberto Núñez Feijóo, que en cualquier otro dirigente europeo nada más
conocerse se tendría que ir para su casita con la cabeza gacha.
Ahora está pasando lo mismo con la presidenta
de la Comunidad de Madrid, haga lo que haga sale indemne de todo y gana
elecciones por mayorías aplastantes. ¿El agua de Madrid contiene alguna
sustancia que cuando llegan las elecciones lava la memoria de los votantes y
todo son papeletas para el PP? Pues no sé. Dicen que en una democracia el
pueblo es sabio y vota lo que le conviene. Permítanme una risa triste y
decepcionada.
Hemos visto como personas cercanas a Isabel
Díaz Ayuso (IDA), incluidos familiares, han tenido la suerte de cara y se han
visto tocados por la fortuna. Es normal, desde luego. Ante cada caso un buen número de medios de comunicación,
bien engrasados con publicidad institucional, salen en su defensa y modifican
el relato a su gusto. Ante la avalancha de informaciones en ese sentido los
madrileños compran el mensaje y allí paz y después gloria. ¡Ayuso presidenta! Y
se refieren a presidenta nacional.
IDA, con la perspectiva de una persona con un
mínimo de objetividad, aparece como una persona con muchas limitaciones y pocos
saberes. Lectora mediocre de lo que le apunta MAR pero con una cara blindada a
cualquier tipo de sonrojo. No le importa el tamaño de la barbaridad que suelte,
no se inmuta. Fíjense en su mirada. Es una mirada que parece perderse en alguno
de los mundos de Yupi y que se aleja de la realidad. Fíjense.
Esta mujer está
totalmente alejada de lo que entiendo que debe ser un cargo público. No solo
por no demostrar aptitudes y actitudes para el desempeño de sus funciones, si
no por enfangar la vida pública, insultar y mentir con absoluto descaro.
Los últimos acontecimientos, las tropelías
fiscales de su novio, han demostrado de lo que es capaz sin despeinarse. Acusó
a todos los organismos públicos de estar confabulados contra ella por orden del
Pedro Sánchez y ello a pesar que su novio ya había reconocido el delito ante
Hacienda. Esa mentira, además del uso que hace de bienes de su pareja obtenidos
delictivamente, serían motivos más que suficientes para que dimitiese. ¡Y un
jamón! Ni lo piensa hacer ni en su partido la van a obligar, Feijóo no se atreve
a pedirle la dimisión, al contrario, el PP ha salido en tromba a defenderla y
para ello nada mejor que ir por la esposa del Presidente del Gobierno.
Ventilador en marcha. La defensa popular de su lideresa es chulesca,
barriobajera y antidemocrática. Y para muestra la respuesta de MAR (Miguel
Ángel Rodríguez) jefe de gabinete de Díaz Ayuso.
Ya es conocido, y reconocido por el propio
MAR, que amenazó a periodistas y mintió sobre el trabajo que estaban realizando
periodistas elDiario.es y El País. Tras conocerse esa información MAR tendría
que haber sido cesado de manera fulminante. Ya, ya. Nadie en el PP, empezando
por Feijóo, se atrevió a denunciar esa chulería antidemocrática. Su jefa, IDA,
desde este momento, por si quedaba alguna duda, tendría que dimitir con él.
Ninguno de los dos está cualificado para ostentar cargos públicos. Esto es la
gota que desborda el vaso de todas las tropelías, barbaridades y mentiras que
llevan acumulando. Pero claro, no importa, tienen el respaldo de la mayoría de
los madrileños. Es más, estoy seguro que sí mañana hubiese elecciones
autonómicas en Madrid volvería a ganar IDA. ¿Será el agua?
Los hooligans ayusistas no se sulfuren,
estamos hablando de Madrid y el PP.
Dedico estas líneas a IDA por ser el
paradigma más notable del comportamiento del PP. No es única.
Podemos recordar las intervenciones de Pablo
Casado insultando al presidente del Gobierno al que tachó de mentiroso
compulsivo, ridículo, irresponsable, incapaz, adalid de la ruptura en España,
desligitimado, ególatra, incompetente, mediocre… todo ello con un tono que
destilaba odio.
Personajes como Rafa Hernando han vuelto a la
primera línea por ser experto en «insultología». A Cuca Gamarra, con esa
sonrisa forzada que más bien parece un rictus a medio camino entre el asco o el
odio, no le duelen prendas soltar exabruptos en sede parlamentaria.
¿Qué decir del moderado Borja Sémper?
Sencillo, de moderado nada. Manipula, retuerce y tergiversa con ese aspecto de
niño pijo travieso como si lo hubiese hecho toda la vida. ¿Acaso no fue así?
Hablando de moderados ahí tenemos al líder
Alberto Núñez Feijóo. Ha demostrado carecer de unos conocimientos mínimos para
aspirar a la presidencia y comete errores garrafales. Esa ignorancia la sazona
con conductas antidemocráticas salpicadas con insultos varios y negación de la
legitimidad del Gobierno y del Presidente. Culpa a los demás de insultar y
mentir con el fin de que ese relato cale en los ciudadanos y se olviden de lo
que suelta él y los suyos por sus boquitas. Están cambiando el relato y ahora
los faltosos e insultones son los socialistas, a ello les ayuda el ministro de
Transportes, Óscar Puente, con su verbo ligero y formas poco comedidas.
De Vox no voy a hablar, no merece la pena.
El Partido Popular deja mucho que desear. No
cumple las reglas democráticas, las leyes tampoco. Utiliza los bulos y mentiras
como herramienta política y enfrenta a la sociedad para obtener réditos
políticos. Es un partido bronco y chulesco.
Sí, cada día se parece más al Partido
Republicano de Estados Unidos.
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