Publicado en La Nueva España el 26 de julio de 2016
El
reconocimiento de la existencia de un problema es el primer paso para buscarle
una solución. En relación con la lectura los españoles tenemos uno muy gordo.
Según
el barómetro del CIS de junio el 39,4 por ciento de los españoles no han leído
un libro en el último año. Los datos son el resultado de 2.484 entrevistas
realizadas a mayores de dieciocho años en 257 municipios y 48 provincias.
Tras
esa desoladora cifra le sigue otra similar: el 27,9 por ciento han leído entre
dos y cuatro libros. En el mejor de los casos, un pobre 8,8 por ciento, ha
leído trece o más libros.
Los
datos demuestran que en España se lee muy poco. Luego podremos hablar del
número de libros editados, incluso de la red de bibliotecas públicas, da igual,
la cruda realidad nos dice que la lectura no motiva a una inmensa mayoría de la
población.
Por
lo que puedo apreciar día a día el leer es una carga para muchos. O bien es una
obligación o bien queda relegado a un grupo minoritario. En muchas ocasiones la
falta de tiempo es una de las causas para no leer. Es decir, se lee cuando no
hay otra cosa que hacer. Lo más normal es optar por la televisión, incluso
antes que por internet.
Probablemente
en la actualidad se lea más que nunca. No es una contradicción. Miren en que
índices estamos así que podemos imaginar de donde partíamos.
En
la década de los años ochenta, del siglo pasado, se empezaron a construir y
modernizar las bibliotecas públicas. A la par se fueron realizando campañas de
animación a la lectura, siempre escasas y sin continuidad en el tiempo, que
contribuyeron a acercar el libro a la sociedad. Sin olvidar, faltaría más, el
enorme avance en el acceso a la educación y a las universidades.
Pues
bien, sin restar importancia a ese progreso, algo no estamos haciendo bien.
Sí
tenemos las generaciones más preparadas, sí el acceso a la educación es
universal - aunque cada vez más cara -, sí disponemos de una red nacional de
bibliotecas públicas muy importante ¿por qué no hay más lectores?
Entre
los jóvenes en edad escolar, a todos los niveles, hay escasos lectores. Eso sí,
los que lo son leen mucho. Es más, suele haber una relación bastante directa
entre los buenos lectores, su capacidad de expresión y de comprensión. Sin
olvidar su rendimiento académico.
Creo
que la correspondencia entre el fracaso escolar y la carencia de aptitudes
lectoras es muy importante. Desde luego existen otros factores que lo explican
pero este no es desdeñable.
Educación,
cultura, capacidad crítica, entretenimiento están íntimamente relacionados con la
lectura. Por cierto, ¿los resultados electorales también?
En España no se lee by Santiago Pérez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License.
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