Publicado en La Nueva España el 28 de junio de 2016
Los
hijos de la Gran Bretaña han decidido. No nos debe extrañar su dictamen.
Venga,
seamos serios, ¿cuántas veces se ha dicho que los habitantes de la Pérfida
Albión son muy raritos? ¡Cómo no van a serlo si se ponen calcetines con las
sandalias! Lo que nos reímos con eso. Pues no deberíamos hacerlo. Según cuentan
los que saben de Historia, en la época de los romanos, hace nada menos que dos
mil años, ya se calzaban así. Y es que para perpetuar las tradiciones no hay
nada como un buen británico.
Oigan,
que sí, que son muy conservadores con lo suyo, tanto que la reina madre de
Inglaterra les duró hasta los 101 años. Las malas lenguas comentan que algo
tuvo que ver la ginebra. Por el mismo camino deambula Isabel II – y no me refiero
a lo de la ginebra - que reina desde hace 64 años, para desgracia de Camila
Parker Bowles.
Los
británicos seguro que se han acordado de Winston Churchill, mientras meditaban
sobre su salida de la Unión Europea, cuando dijo: “No dejéis el pasado como pasado,
porque pondréis en riesgo vuestro futuro”. Emocionados ante el recuerdo
glorioso de su inmenso imperio rompen con los continentales. ¡Ellos volverán a
ser grandes!
Aunque
se les olvidó aquella otra frase de Churchill – este hombre no paró de dar citas
para la posteridad – que decía: “Solo hay una cosa peor que luchar con aliados
y eso es pelear sin ellos”.
Se
encerrarán en ellos mismos y los miraremos como se mira un espécimen en el
laboratorio. Habrá quienes se estén frotando las manos ante el debilitamiento
de la UE (Unión Europea) y seguro que esperan que otros países sigan su senda.
Ya saben, no hay nada como dividir para debilitar.
En
un mundo donde las corporaciones financieras y empresariales son cada vez más
grandes hay gentes que se empeñan en alentar lo pequeño.
La
UE, desde hace muchos años, se ha centrado en las cuestiones económicas dejando
de lado las sociales. Si a esto le sumamos la crisis, que parece que se ha
vuelto endémica, la llegada masiva de emigrantes y el desempleo nos encontramos
con un caldo de cultivo ideal para despotricar contra la Unión. Tampoco debemos olvidarnos del nacionalismo,
en todas sus variedades, al que se ha seguido alimentado.
Las
consecuencias se verán en breve. La primera, la dimisión de David Cameron, es
una anécdota comparado con lo que se avecina.
Los
problemas sociales, económicos, el nacionalismo exaltado, la xenofobia, el
racismo, la intolerancia han encontrado en la decisión de una mayoría de
británicos un aliado perfecto.
Desde
luego no está todo perdido. Europa, la Europa de los ciudadanos, tendrá muchos
problemas pero tal vez esto sirva para reconducir sus bases. El resto de los
países, de los ciudadanos integrantes de esta tocada Unión, debemos impulsar
nuevas políticas que pongan por delante a las personas. Una Unión Europea de
ciudadanos al servicio de los ciudadanos eso es lo que queremos.
No
resisto la tentación de finalizar con otra cita de don Winston Churchill: “Los
españoles son vengativos y el odio les envenena”.
¡Ven que fácil! Con una sola frase se pueden despertar la xenofobia.
¡Ven que fácil! Con una sola frase se pueden despertar la xenofobia.
Una mala decisión para Europa by Santiago Pérez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License.
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