29 mar 2018

Philip Trent investiga su último caso


A Philip Trent le encantan los misterios. Philip Trent no es detective aunque actúa como tal. Philip Trent escribe en el periódico Record y no es periodista. Philip Trent es un pintor de éxito que pone a prueba su ingenio ante algunos crímenes y luego escribe sobre ellos. Y a pesar de todo este es El último caso de Philip Trent de E. C. Bentley. Eso sí, tendrán que leer el libro para saber el motivo.

El último caso de Philip Trent se publicó en 1913 y ha sido editado por Siruela con traducción de Guillermo López Gallego. Su autor E. C. Bentley (Edmund Clerihew Bentley) (Londres, 1875-1956) trabajó como periodista en el Daily News, el Daily Telegraph y en el semanario The Outlook. Como curiosidad añado que fue un gran amigo de Chesterton. También fue presidente del Detection Club entre 1936 y 1949. El Detection Club fue fundado en 1929 por un grupo de escritores de novela policiaca  con el fin de crear unas reglas en el género  que permitieran a los lectores resolver el enigma planteado.

La muerte de un magnate estadounidense pondrá a prueba el ingenio de Trent. El policía Murch le acompañará en la investigación aunque de forma tangencial. La piquilla entre ambos es manifiesta, así como el respeto y una cierta colaboración.

Hay pocos personajes. Las sospechas se centran en Mabel, esposa del ricachón y más joven que él y el secretario del potentado, Marlowe.

Bentley se recrea en las descripciones. No tiene necesidad de contar muchas cosas y muy rápido. Un ejemplo: “En el entrado general de la vida no había cambiado nada. El maíz no había dejado de madurar al sol. Los ríos llevaban sus gabarras y daban energía a una miríada de motores. Los rebaños engordaban en los pastos; el ganado era incontable. Los hombres trabajaban aquí y allá en las diversas servidumbres en las que habían nacido, y las cadenas no les molestaban”.

“Y las cadenas no les molestaban” con qué delicadeza introduce la situación social. No será la única vez. Otro ejemplo: “He observado una especie de dureza a imitación de los hombres en las mujeres de hoy en día con educación superior que tal vez les permitiera superar lo que fuera. No soy quién para decir que esto está mal, dadas las condiciones predominantes en la vida presente de las mujeres”.

Permítanme que reproduzca alguna crítica más.

“Vivimos en tiempos terribles, querido muchacho. Que yo sepa, en toda la historia nunca ha habido constancia de otro período en el cual la disparidad entre los componentes materiales y morales de la sociedad haya sido tan grande o constituido una amenaza mayor para la permanencia del tejido. Pero, en mi opinión, en ningún sitio es tan oscura la perspectiva como en los Estados Unidos”.
¡Qué diría hoy!

Y ya la última: “Pues bien, ¿cuántas veces se habrá llevado a la práctica con éxito un plan para hacer recaer la culpa de un asesinato sobre una persona inocente? Supongo que en muchos casos en los que los acusados, declarados culpables sobre la base de pruebas circunstanciales, han muerto proclamando su inocencia. Jamás volveré a aprobar una pena de muerte impuesta en un caso decidido sobre la base de esa clase de pruebas”.

Sigue siendo un tema candente. Una parte de la sociedad actual sigue deseando la venganza social que supone la pena de muerte o la cadena perpetua.

Con poca acción es capaz de atrapar al lector. Me gustó mucho.

Trent es un poco chulito pero se hace querer. Inteligente, amable, educado. Hay quienes dicen que Bentley lo escribió para contraponerlo a Sherlock Holmes.

La investigación trascurre sin sobresaltos y cuando llegas a mitad del libro te encuentras con el caso resuelto. ¡No se les ocurra dejarlo! Sigan leyendo. Trent, tras un descanso, regresa ya que tiene que solucionar un par de asuntos.

Casi al final, como en toda novela negra que se precie, se hace la luz. Menos mal. Pues no. Sigan leyendo. Cuando quedan cuatro páginas se aclara todo. Y ahora sí. Sorpresa, sorpresa. A Trent solo le queda flagelarse.

Se lo recomiendo. Con el paso de los años no ha perdido nada.

Lo pueden encontrar en su biblioteca pública o librería preferida.

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