Ya conocemos el acuerdo entre el PSOE y ERC. No deja margen para las
dudas en su brevedad.
Me sorprende su apuesta por el reconocimiento y entendimiento
institucional. Ah, claro, hasta ahora eso no existía. Ambos gobiernos no
querían ni mirarse a la cara y de ahora en adelante van a ser amiguitos del
alma. Pues vaya forma más rara de entender la democracia.
Siguiendo por esa senda tan amigable llegan a este acuerdo “conforme a
los principios de lealtad institucional”.
Estamos seguros de ello, solo tenemos que mirar hacia atrás.
Parten del reconocimiento del conflicto político en relación al futuro
político de Catalunya.
Traducido: ese futuro no tiene nada que ver con el presente. No hace
falta mucha interpretación.Una cuidada redacción no evita que se entienda el
mensaje.
Crearán una mesa de diálogo bilateral que “actuará sin más límites que
el respeto a los instrumentos y a los principios que rigen el ordenamiento
jurídico democrático”.
No dice al ordenamiento jurídico vigente. Ya sabemos que para los
independentistas catalanes el referéndum del 1 de octubre de 2017 fue
“democrático”.
En esa mesa se dialogará sobre cualquier propuesta presentada y “se
valorarán, debatirán y argumentarán las posiciones al respecto de cada
propuesta”.
Es decir, el gobierno central tendrá que mojarse y dejarlo todo por
escrito. Vaya, eso parece una carga de profundidad.
Como las cosas están prendidas con alfileres la mesa empezará a
funcionar en quince días a partir de la formación del gobierno.
La puntilla del acuerdo queda patente cuando dicen: “Ambas partes se
comprometen a impulsar la efectividad de los acuerdos que se adopten a través
de los procedimientos oportunos”.
Lo cual no significa que esos procedimientos sean los existentes.
Redondean: “Las medidas en que se materialicen los acuerdos serán
sometidas en su caso a validación democrática a través de la consulta a la
ciudadanía de Catalunya…”
Vamos, que harán un referéndum. Ahora sí con
el beneplácito de Madrid.
Y siguen diciendo: “… de acuerdo a los mecanismos previstos o que puedan
preverse en el marco del sistema jurídico-político”.
Más claro agua. Si no existen los mecanismos adecuados para ese
referéndum no hay problema, se establecen otros.
Con el fin de cerrar el círculo dicen eso de “sistema
jurídico-político”, lo cual significa que si no es dentro del ámbito jurídico
no pasa nada, puede ser en el político que es mucho más flexible.
Aunque este haya sido el acuerdo más mentado, no ha sido el único. Hubo
otros y entre ellos destaca el firmado con el PNV. Son doce puntos, muy
claritos.
Uno de ellos habla de realizar las modificaciones legales necesarias
para reconocer las identidades territoriales.
Desde luego eso de “identidad territorial” es un eufemismo para los
nacionalistas vascos. Además ¿a qué territorio se refieren? Desde luego no al
actual. Nunca han renunciado al territorio del norte - País Vasco francés - ni
a Navarra. Tal vez en ese planteamiento territorial se enmarquen las
transferencias de las competencias de tráfico a la Comunidad Foral de Navarra.
Luego están las cosas de los dineros.
Así los objetivos de déficit de Euskadi, pero también de Navarra, y la
reinversión del superávit de los ayuntamientos tendrán que discutirlos de forma
bilateral en las comisiones mixtas del Concierto.
Y ya puestos a pedir, pidieron, y lograron, que podrán disponer de
selecciones deportivas.
Pues vale.
Volvamos a lo importante. No se les olvidó, faltaría más, exigir el
traspaso de las escasísimas competencias pendientes en el plazo de seis meses.
Bueno, al menos ya sabemos que la legislatura durará hasta el verano.
Acordaron “la urgente, firme y decidida [apuesta] por las
infraestructuras correspondientes al Estado en la Comunidad Autónoma Vasca”.
Como asturiano ¿me tendré que preocupar? Respóndanse ustedes.
Firmaron la presencia y participación de las instituciones vascas en la
Unión Europea.
Pues bien. Ah, es eso que hacen los nacionalistas catalanes por las
bravas. Son unos pardillos.
En el punto número ocho acordaron “impulsar decididamente la industria y
compensar su adecuación a la transformación energética con el mantenimiento de
la actividad económica y el empleo, posibilitando una transición realista y
protegiendo los puestos de trabajo de los sectores afectados por estos
cambios”.
Que se echen a temblar que en esto tienen que competir, por ejemplo, con
el suroccidente de Asturias. Los
recursos son los que son y ya sabemos quienes van a salir escaldados.
Hay otro detalle digno de mención en el punto número nueve: “Acordar
previamente con EAJ-PNV las medidas fiscales que el Gobierno quiera proponer a
las Cortes, así como encauzar las discrepancias que puedan producirse en las
relaciones en el ámbito fiscal o financiero establecidas por el Concierto
Económico”.
Los seis diputados de EAJ-PNV están muy bien rentabilizados.
Queda claro que entre los nacionalistas catalanes y los vascos hay
diferencias. De forma sigilosa, y casi sin darnos cuenta, los vascos han logrado todos y
cada uno de sus objetivos. En estos
momentos son los buenos de la película. Les separa, a nacionalistas catalanes y
vascos, el tener unos cabestros dirigiendo la política frente a unos listos y
hábiles.
Tras su lectura creo que esta aproximación no se aleja de la realidad de
lo que pretenden. Ahora vendrán las interpretaciones políticas y eso va a ser
muy divertido.
Era necesario llegar a acuerdos pero los firmados inclinan la balanza
hacia un lado de forma poco equitativa. Es necesario mejorar muchas cosas y una
de las principales es la de las desigualdades territoriales, que a partir de ahora se van a incrementar.
Una comunidad como la asturiana, con enormes déficits, va a salir mal parada. El tiempo lo confirmará, desgraciadamente.
En estos momentos parece que tenemos nuevas elecciones a la vuelta de la
esquina. Igual nos sorprenden.
¡Madre mía la que nos espera!
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