6 mar 2023

Crónica bufa de una moción de censura


  Hace varios meses que los medios de comunicación vienen dedicando páginas y horas de su tiempo a la moción de censura presentada por Vox, cuyo candidato, como ya sabemos, es el casi nonagenario Ramón Tamames. Su pasado comunista no ha tenido relevancia para el partido de ultra derecha. Tampoco le habrían hecho ascos a Felipe González, Alfonso Guerra o Joaquín Leguina. No deja de ser curiosa esa tendencia a rebuscar candidato en caladeros comunistas y socialistas. Vox tiene esa propensión desmesurada hacia lo viejo, y no me refiero a la edad, e incluso lo rancio.
  Todo está listo y este 6 de abril, así lo decidió Meritxell Batet, pasará a la historia de las mociones de censura de este país.
  Son las ocho treinta de la mañana, a las nueve dará comienzo el Pleno, y en el Congreso ya se encuentran casi todos los diputados, así como un número importante de senadores.
  Nuestros compañeros en el exterior nos comunican que han visto entrar en un hotel cercano a Feijóo y Gamarra acompañados de varios diputados y asesores. Al presidente Pedro Sánchez no se le espera hasta unos minutos antes del inicio de la sesión.
  Los portavoces aprovechan esos minutos previos para dar sus últimas opiniones a los informadores. Desde la distancia dan la sensación de que van a asistir a una comedia, especialmente el portavoz de  ERC, Gabriel Rufián, que hace reír a carcajadas a los periodistas.
  Son las ocho cuarenta y cinco, entra en el Congreso el señor Tamames escoltado por Santiago Abascal e Iván Espinosa de los Monteros, tras ellos todos los diputados de Vox.
  Ramón Tamames viste un elegante traje azul, camisa blanca y corbata roja. Una imagen muy alejada de la «exótica» a la que nos tiene acostumbrados. Semblante serio, pero sus ojos brillan con gran intensidad. Su séquito va sacando pecho y llevan puesta la sonrisa de serie. Se dirigen al hemiciclo sin contestar a una sola pregunta de los reporteros que les complican el avance. Cámaras y fotoperiodistas pugnan por hacerse un hueco. Entran en la cámara y se hace el silencio.
  En estos momentos llega el presidente Pedro Sánchez. Una nube de informadores le rodea. Un buenos días, una sonrisa sarcástica, y eso es todo.
  Suena el timbre de aviso, aunque no es necesario, sus señorías ya ocupan sus asientos desde hace un  rato.
  La presidenta de la cámara da la bienvenida y se procede a dar lectura a los preceptos legales. Toma la palabra la Santiago Abascal, encargado de defender la moción, lo hará sin límite de tiempo. Lleva un cuarto de hora hablando con ese tono duro, algunos dicen que soberbio, que le caracteriza y es una repetición de lo que escuchamos en cada sesión de control. Ha esgrimido un discurso muy etéreo sin concretar nada. Los suyos le han jaleado cada dos por tres y de vez en cuando se ha escuchado un ¡Viva España! Abascal se acaba de referir a Tamames como un español que quiere una gran España que viva en libertad. A los más mayores una frase similar les retrotraerá al pasado.
  Da fin a su intervención con todos los diputados de Vox puestos en pie y aplaudiendo con frenesí.
  Por cierto, aunque  el señor Alberto Núñez Feijóo no está presente en la cámara, Santiago Abascal se ha referido a él en varias ocasiones.
  Tras varios minutos de aplausos la presidenta de la cámara pide silencio. Ramón Tamames se va acercando a la tribuna. Lo hace con paso lento pero firme. Las miradas convergen en él. Ya desde el  atril observa la sala y al público. Toma un sorbo de agua y da comienzo a su discurso.
  Tamames está desgranando, con tono pausado, los motivos por los que se presenta como candidato al gobierno de España. Lo pueden ustedes escuchar. Hay un respetuoso silencio, cosa infrecuente en los últimos tiempos. Las filas de la ultraderecha se muestran satisfechas con lo que oyen, rompen en briosos aplausos. Aprovecho para enumerar algo de lo dicho por Ramón Tamames. Se refirió a la crisis y los efectos de la inflación en la población. Hizo mención, con tono preocupado, al paro, especialmente el juvenil y femenino. Tuvo también un recordatorio a la injusticia de los impuestos. No dejó de reseñar la preocupación social por el estado en que se encuentra la sanidad o la educación. La problemática de los alquileres de pisos y la falta de viviendas sociales fueron otros de los aspectos mencionados por el candidato Tamames. Y no se dejó en el tintero los continuos enfrentamientos entre los socios del Gobierno.
  Prosigue su alocución. Oigámosle: «Y para esos problemas hay que actuar con una contundencia de la que usted, señor Presidente, carece. En primer lugar, permítanme que se los cite y con posterioridad los desarrollaré. Si logro el apoyo mayoritario de la cámara tomaré una serie de medidas que considero prioritarias, siendo consciente de que necesitan tiempo para consolidarse, que espero se me conceda».
  La expectación se palpa. Toma un poco de agua y sonríe. Hay van sus argumentos.
  «En primer lugar, el gobierno ejercerá un control riguroso de los precios, de forma especial los referidos a la cesta de alimentos y carburantes».
  Los diputados de extrema derecha se miran unos a otros y remueven en sus escaños. Parece que esa medida no estaba prevista. Continúa el señor Tamames.«Respecto a los impuestos serán progresivos y no se permitirán artificios contables y exenciones fiscales que enriquezcan aún más a los más ricos. Lucharenos activamente contra el fraude y la devolución de los defraudado será efectiva. Hostigaremos, hasta su desparición, a los paraísos fiscales».
  Murmullos de desaprovación. Los diputados de Vox se miran unos a otros incrédulos.
  «Desde el Gobierno tomaré las medidas necesarias para que las empresas contraten a jóvenes y mujeres de forma prioritaria. Exigiremos el cumplimiento escrupuloso de la legislación vigente así como el salario mínimo. En caso de incumplimiento habrá sanciones muy severas».
  Los murmullos ya no son tales, vociferan. Desde las filas de Vox se ha escuchado «este tío se volvió loco».  «¡Qué dices! ¡Estos comunistas no cambian!» Caras de estupor.
  Ramón Tamames toma carrerilla. Parece no escuchar la fenomenal bronca que se ha montado.
  «Revocaremos todos los acuerdos con las clínicas y hospitales privados para destinar esos fondos a los públicos en exclusiva. Se construirán los hospitales públicos necesarios y se hará todo lo posible para que el personal sanitario que trabaja fuera de nuestras fronteras regrese al país. Para ello incrementaremos los salarios a unos niveles dignos con contratos indefinidos. En ese mismo sentido  revocaremos todos los conciertos educativos con colegios privados o concertados, dedicando todos los esfuerzos a la educación pública gratuita en todos los niveles».
  En estos momentos los gritos de traidor, viejo comunista chocho y todo una retahíla de insultos salen de las filas de Vox. Abascal tiene la cara desencajada. Las peticiones de la presidenta de silencio no se escuchan. Desde las filas de Unidas Podemos, ERC, Bildu y resto de partidos de izquierda aplauden y dan vítores a Tamames, que se mantiene imperturbable.
  El candidato eleva su voz todo lo que puede y malamente se le escucha decir que el Estado construirá todas las viviendas públicas necesarias y hará todo lo necesario para evitar la especulación urbanística.
  El ruido es ensordecedor. En los escaños del Gobierno el Presidente y sus ministros literalmente se parten de risa. En los escaños populares no saben a qué atenerse, aunque se ven muchas caras de disgusto.
  Más que gritos parecen aullidos, pataleos. La confusión es total. Traidor hijo de… comunista de m… me cago en tu m… El espectáculo al que estamos asistiendo es inaudito, increíble. La presidenta Batet es incapaz de controlar la situación. Desde donde nos encontramos creemos entender que se suspende la sesión. Las luces del hemiciclo se apagan y encienden. La bronca no cesa. Ahora extrema derecha y resto de diputados, excepto populares, se enfrentan en una guerra de insultos.
  Desde la tribuna Ramón Tamames mira sonriente el espectáculo. Varios ujieres se han apostado en las escaleras de acceso a esa tribuna para proteger al candidato. En los escaños algunos diputados de  Vox parecen dispuestos a irse hacia Tamames y son retenidos por diputados del PP. El caos es total.
  Según está la situación los diputados pueden llegar a las manos.
  Tamames sigue imperturbable, con  una leve sonrisa, contemplando el dantesco espectáculo.

                                                                                                                               

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