El próximo 28 de mayo vamos a elegir a
nuestros representantes en los ayuntamientos asturianos y en la Junta General.
Tendremos la oportunidad de evaluar las actuaciones de los que desean repetir,
el cumplimiento de las promesas realizadas y luego votar en consecuencia. No
podemos reducir unas elecciones al acto de meter una papeleta en una urna. Esa
simplificación deteriora la democracia. De los «nuevos» también disponemos de
suficiente información.
Llegados a estas fechas les confieso que aún
no he decidido mi voto, pero sí sé a quien no voy a votar en las autonómicas.
Como vecino del suroccidente hago un
repaso de la legislatura y solo veo dejadez, medias verdades e inoperancia. No
es que sea nada nuevo, pero los despropósitos han ido a más y ya no me queda ni
paciencia ni ganas de aguantar más.
Los medios de comunicación han dado sobrada
cuenta de los desatinos y desamparos que hemos sufrido los ciudadanos del
occidente asturiano. La pregunta es obligada ¿qué hicieron nuestros
representantes? Nada. ¿Alguien recuerda el apoyo de un diputado de la
circunscripción occidental a nuestros problemas? ¿Verdad que no? No lo pueden
recordar por que no dijeron, ni hicieron, nada. No hay que olvidar que la
máxima responsabilidad es de quienes gobiernan.
La mayoría de los ciudadanos recordarán quien
encabezó la lista ganadora por la circunscripción occidental. ¿Qué hizo?
Absolutamente nada, bueno, no es del todo cierto, no se perdió fiesta o xaraos
varios allá donde los hubiese. Adquirió un compromiso con los ciudadanos para
defender los intereses colectivos de los vecinos del occidente y lo incumplió.
No es nada nuevo.
El susodicho, que repite, cuenta entre sus
«logros» el endeudar en más de diez millones y medio de euros el ayuntamiento
que gestionó, la cuarta o quinta cifra más alta de Asturias. También estuvo en
los puestos de cabeza entre los alcaldes que más cobraba de Asturias, 55000
euros anuales. Sus «grandonadas» las seguimos pagando.
Su etapa municipalista fue un paso necesario,
nada más. Recuerdo su despedida como alcalde, para presentarse a las elecciones
como diputado autonómico, en un acto público. Anunció que dejaba su puesto para
realizar cuestiones más elevadas, más o menos estas fueron sus palabras. Tras
él intervino el consejero Graciano Torre, que fue alcalde de San Martín del Rey
Aurelio, quien le dijo, casi textualmente, «No hay nada más importante que ser
alcalde del pueblo de uno». ¿Notan la diferencia?
Su etapa como alcalde da para mucho. Ya sé,
me podrán decir que ganó elecciones, ¿y? ¿eso le hace buen gestor? Para nada.
Con estas, y muchas más, su partido lo colocó como número uno por el occidente.
¿Qué iniciativas tuvo para atraer empleo al
occidente? ¿Para frenar la despoblación? ¿Para mejorar las infraestructuras?
¿Para…? ¿Las recuerdan? No lo pueden recordar puesto que no hizo nada de nada.
Fiestas y fiestas, sustancia ninguna.
Desde el momento que se «metió» en política
solo tuvo un objetivo hacerse un hueco y ser diputado, y sí la cosa se daba
bien consejero. En su primera legislatura buscó hacerse hueco como fuera y con
la llegada de Barbón a la secretaría de la FSA «nuestro diputado» dejó en la
estacada a sus valedores dentro del partido. Vamos, que los traicionó.
Visto lo visto, o mejor dicho, no visto nada
y teniendo en cuenta sus antecedentes ¿tengo algún motivo para votar al PSOE
que tiene como número uno a esa persona? Ninguno.
No estaría mal que los partidos que se dicen
de izquierdas empezasen a pasar filtros para acceder a sus listas. No vale con
que sean gentes dóciles y serviles al secretario general y presidente de turno.
Señor
Barbón, tenga mucho cuidado con los idus de marzo, Bruto hay muchos.
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