1 abr 2011

De pinchoteo por Tineo

Seamos sinceros ¿cuál es una de las actividades que más nos agrada a los españoles? : ir de pinchos y de tapas. Forma parte de nuestra cultura y además todos los guiris se apuntan rápidamente, por algo será. La verdad es que es una cosa extraña. ¿A quien le puede gustar esta forma de comer?

Veamos. Una tapa es una porción de un alimento que se sirve acompañada de una bebida, que en España suele ser vino o cerveza. Pero con eso no quitas el hambre. No, claro que no. Pero no es solo llenar el estómago, es algo más. Lo del pincho ni les cuento. Aún es menos cantidad. Vamos, que según los establecimientos puede que no den ni para manchar los dientes. Entonces ¿qué es lo que tienen las tapas y los pinchos que nos apasionan y qué quienes los prueban repiten y repiten y repiten? Pues algo bien sencillo.

Este discreto tentempié -y lo digo por la cantidad no por la calidad- es una disculpa para degustarlo en compañía. La gastronomía y la amistad se dan cita en esta actividad gastronómico-festiva-amistosa. Y oigan, eso es mucho. No les quiero decir si estamos hablando de comida y lo asociamos a Tineo. En ese caso tenemos que unir dos realidades: calidad y cantidad. Pues eso es lo que ha pasado. Los hosteleros tinetenses, con la colaboración municipal, se empeñaron en realizar una ruta del pincho en diecisiete establecimientos. Fue un sinvivir. El personal es que no dábamos abasto. Los queríamos probar todos. Ellos, los hosteleros cumplieron, nosotros, los degustadores también. Hubo momentos en que las cocinas casi se ven desbordadas.

No es nada nuevo, pero en Tineo la iniciativa era novedosa y la aceptación sobrepasó las mejores expectativas.

El rey de la cocina fue el chosco. La inclusión, bien merecida, en las Indicaciones Geográficas Protegidas de la Unión Europea, de este producto tan tinetense era obligado. Lean, lean y si se les cae un poquito de baba, no importa. Montadito de chosco con salsa de pimientos y manzana; chosco mariscado; rulo de chosco con patata cremosa; batea de chosco; bombón de chosco; pepita de chosco, preñao de chosco y afuega-l pitu al coñac; y así hasta diecisiete. Sosiéguense. Pero hubo más. Copita de cebolla confitada aguea´l pitu y picadillo de Tineo; chupachus de pollo relleno de ternera; tosta de morcilla y huevo de codorniz; jabalí en su entorno; creps de embutidos de marisco y pescado; pañuelo de carne; lata de sardinas con ensalada de tomate, y más, muchos más.

Les aseguro que la cosa no estaba fácil. Había que probarlos todos. No era posible repetir. No por ganas, sino por capacidad estomacal. Además había que completar el rutero. Es que además del gustazo gastronómico y de buena camaradería, había premios. Quien presentase los diecisiete sellos optaba a un viaje para dos personas a Tenerife. Con quince sellos se sortearon tres estancias, para dos personas, en la Rioja; con nueve sellos se participaba para obtener dos cestas gastronómicas -con productos de Tineo, faltaría más- y con solo dos sellos se repartían doce lotes de productos en los que no faltaba el chosco.

¿Saben cual fue el mayor problema? Pues que a mi no me tocó ningún premio. Buen provecho para todos.
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1 comentario:

  1. Para consuelo del autor del texto, decirle que a mi tampoco me tocó premio... ¿qué le vamos a hacer? otro año será.
    Cualquier iniciativa como esta, que anime a los vecinos de Tineo a salir de sus casas y anime, aunque solo sea un poco, las maltrechas economías de muchos hosteleros, hay que tenerlo en cuenta de cara a un futuro y que este tipo de eventos no caigan en el olvido o se deterioren como ocurrió con otros acontecimientos gastronómicos. Un buen vaso de vino, un pincho, la compañía de un amigo (o amiga) en un pueblo como Tineo... ¿Qué más se le puede pedir a la vida?
    Rafael Fuertes Llanes.

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